viernes, 24 de noviembre de 2023

 

EL SAPO DEL PILAR DE ARRIBA

               Si hoy olvidada, antaño circulaba por Cártama una ancestral leyenda no entorpecida por el  febril uso de medios informativos de hoy, según la cual, en el manantial agareno que nutre al emblemático Pilar de Arriba de la villa (celebrado por sus virtudes desde el tiempo de los  moros) moraba un enorme y viscoso  sapo, que el grueso de la gente del lugar tenían por un alma humana en pena al ser convertida  en batracio por el  maleficio de la sibila de un rey moro,  cuya hermosa hija, de la que el mozo del alma  penada estaba  enamorado, y cayó en desgracia del moro padre porque el mozo quiso raptarla sin ser de sangre real.

           Conllevaba la aleve maldición en añadido que, la saliva del sapo, era contaminante de chifladura y espurios respengos, de tal manera que cuando escupía  en el agua del manantial, quien al beber  de ella le tocara alguna pizca de esa saliva, adquiría alguno, o todos, los vicios de los que son susceptibles de adolecer los seres humanos más abyectos, con la particularidad de que sólo  redimiría su pena cuando hubiese contaminado dejándola en supina incultura, a una buena parte la población. 

          Pasado siglos,  de tal guisa consiguió el enamorado hombre-anuro contaminar a una gran parte del pueblo y liberar la pena. Pero legó a determinadas gentes del villorrio el vicio de la mentira, la credibilidad acrítica, la ignorancia servil, la envidia contumaz, la especie y el bulo, la  murmuración,    la  adulación reptante y capitalizada y los chismes y calumnias lesivos de honras y famas de los mejores. Todo eso, sin necesidad de abundar más  en tan peripatéticos dislates de los ya conocidos habitualmente  apesebrados en el Consistorio. Y, no son muchos; más bien pocos: los rumiantes de la mamandurria.