martes, 11 de febrero de 2020

NO ES FABULA LO QUE AQUÍ RELATO Y CONCLUYO


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                Fueron muchas las veces que en mi niñez presencié, con ánima compungida, la escena que aquí voy a referir y, a confrontar con la realidad al respecto  de   estos tiempos que corren.

  Entonces, en las casas  de labor  solían tener varios perros para que guardaran la hacienda, ahuyentado  zorros robagallinas de los gallineros o, avisando con sus ladridos peculiares (en tales  casos) de la cercanía de cacos que con frecuencia robaban algunas reses vacunas o,  alguna bestia, mientras el boyero dormía en la noche su cansancio del día en la besana.

Cuando alguna de esas perras paría (de seis a ocho perritos)  bajo las garberas de  ramón de olivo u otro sitio oculto, los trabajadores y dueño de la labor se daban cuenta por las mamas de la perra repletas de leche que había parido; buscaban el oculto sitio en que tenía los perritos y se los tiraban a las acequias que los llevaban ya ahogados al río y, por éste, iban al mar. No había otra solución, ya que criar seis u ocho perros que engrosarían los que ya había en la gañanía, obviamente  era desproporcionado e inviable.

            Pero ahora viene la parte sentimental. Aquel  zagalillo, que era yo,  vi constreñido más de una vez la siguiente escena, de extrema dureza para el alma de un niño; por poner un ejemplo,  una vez fue asina:  Me di  cuenta de que el boyero había apartado haces  de leña de olivo hasta llegar al nidal de los perrillos y, los fue echando hasta seis en una espuerta. La perra madre le miraba con expresiva tristeza en si  faz canina: Yo, desde la acequia próxima vi lo que estaba haciendo el boyero y me escondí  curioso  tras las sierpes de un granado cerca del borde de la acequia, a donde sabía que iría el operario a tirar los perrillos a su corriente. La perra le seguía rozándole con el hocico  los pantalones, cual implorando clemencia de madre;    el raptor vació la espuerta en el cauce de la ancha acequia; vi, como ya sabía de antes, que los perrillos de apenas dos días de nacidos, braceaban sus manillas y no se hundían ¡ya sabían nadar por instinto!, y lo más sorprendente, esquivaban la corriente y se pegaban a las hierbas del borde  protegiéndose en él  para no ser arrastrados. 

              La madre de inmediato se tiró al agua y cogió con su boca a uno de sus hijos y lo llevó  corriendo a una vieja corraleta próxima abandonada, y lo puso tras un matojo que ocultaba uno de los comederos solares de la corrala; después fue por otro y otro, y otro… hasta cinco (uno se lo llevó la corriente), y a aquella perra que durante el acarreo por el boyero de sus hijos a la acequia se veía que lloraba,  por empatía con ella hizo que al niño que era yo  le brotaran borbollones de lágrimas agazapado  tras las sierpe del granado.

             El boyero, se había percatado de mi  presencia  y de que había llorado por lo que él hizo con los perrillos. Y me  platicó con dolor: ”Mira, ni a tu padre ni a nadie le diré lo que ha pasado y en donde la perra ha “acubrilado” sus perrillos, pero hijo, piensa en lo que te voy a decir: "Cuando esos perritos, ya destetados por la madre para criar otra camada,  sean grandes, se irán por esos campos y montes convertidos  en perros salvajes y, para comer, atacaran como fieras  los chivos y borregos de las piaras   de cabras y ovejas y a otros animales, y no dejaran conejos ni  liebres y,  hasta al hombre atacarán  si se ven apurados,  y entonces sufrirán más  matados necesariamente  a tiros. No creas que yo no tengo sentimientos  y le tiré a la perra sus perrillos sin dolor de corazón igual que tú, pero la vida es hoy por hoy  así, hijo…, lo malo es que a veces se hace con criaturas ”

                Hoy  yo, a mis 89 años dentro de un mes,  pienso en la ley de eutanasia que el PSOE (¡¡precisamente!!)   prepara para establecer la muerte de viejos   “para evitar costes sociales" (¡¡el PSOE precisamente!!); una pareja  de  Palencia ha tirado hace unos días su niño recién nacido al río, a diferencia de la perra antes descrita  y, ¡¡¡¡el aborto!!!, con su técnica ad hoc para matar niños no ya recién nacidos, sino en el vientre de sus madres  haciendo en él una carnicería de seres humanos  inocentes. Y a eso llaman, ¡¡¡¡¡PROGRESO!!!!. 

               El progreso nunca lo trajeron los políticos, estos no han inventado ni la burda y bendita  fregona, y, no digamos, la radio, la Tele, la lavadora, el frigo, etc.etc., eso fue fruto del trabajo de gentes emprendedoras y no de indigentes intelectuales políticos, la mayoría disidentes del tajo.
               
               Hoy la ley protege la vida de los animales con sumo rigor y a las personas embozadamente, con leyes, se matan. ¿Quienes hacen las leyes? Parecen hechas por las mascotas.