lunes, 22 de junio de 2020

TARDES DE OTOÑO CON MI PADRE


         

“Sombrajo” de gañanía; cae la tarde,
  Es otoño, cielo añublado por poniente,
Frío en rostro amortiguado tibiamente
 Por el vaho de la rumia del ganado;
Tú,  padre, y yo, trabajando  en el cantero
Hemos sacado nabos y, tras lavarlos  
en la “pasada” de la agarena acequia,
los llevamos en cerón  de bestia
al sombrajo pesebrera  de vacunos.
En la gañanía ante los pesebres
Tú y yo, padre,  con navajas  sajamos
La raíz carnosa,  cuyas lajas íbamos  echando
En sendas espuertas de esparto
Para que al alba, cuando las cabrillas del cielo
Van camino de  poniente, y el lucero miguero
Les hace guiños picarones desde lejos,
El boyero, al canto de la perdiz  en el majano
Y  cuando el mochuelo cejijunto se va a su agujero,
Pasture  el hato de vacuno  en sus pesebres.
En la pesebrera chica un becerro destetado
 Añora teta y berrea llamando a la madre
 Que  desde su cornil  contesta al hijo
 Con  dulces  mugidos  maternales. 
El chotillo parece entender el mensaje materno
Y calla mientras ramonea en el “comedero”
Adecuado a su edad entre troncos paralelos. 

 ¡Melancolía…, padre mío cuánto te echo, ahora,  de menos!;

Ya no quedamos hombres con el cuajo de tu estirpe…

Y yo quisiera estar de nuevo contigo

 Afanados en la labranza de  pegujales.

Qué razón tenía el trovero que admirando

tu célebre gesta en dos guerras, dejó escrito en rimas:

Francisco Baquero Vargas, hombre y nombre de romances”.