En este mundo,
los malos tienen mejor prensa (tómese literalmente), y más poder que los buenos;
mientras esto sea así el mundo no tiene arreglo. Conocí tiempos en los que todavía, cuando se pillaba a un
ladrón con las manos en la masa, la gente gritaba, ”¡Al ladrón, al ladrón, al
ladrón...! No vestía ser ladrón. Hoy, el que le diga ladrón al que roba, puede
ir a la cárcel. ¿Acaso no lo estamos viendo a diario?
La palabra
es lo que distingue al hombre de los hombres.
Las
máquinas de fabricar máscaras de honradez y de personas importantes ahora no paran nunca: Laboran tres turnos cada jornada día y noche.
Las alas de
Icaro no eran las de la cultura; éstas,
aguantan el sol de todos los desiertos.
Lo repetiré
una vez más: Una persona que miente
siempre, no es nunca persona. La mentira es la negación del ser humano, porque la palabra es lo que
distingue al hombre de los animales. El mono (austrolopitecus) inició el camino de la hominización con la palabra: “Y el verbo se hizo carne”.
La hombría
de los hombres no tienen otra vara para medirse que su honradez manifiesta; lo contrario de lo que estamos viendo a diario.