AL
MÍO, EN EL DÍA DEL PADRE
Tú, padre mío, ha
tiempo que con Dios
Te fuiste, pero me dejaste heredero
De una cultura, empírica, pero enjundiosa
Y
de valores plena: la labriega y, el
Amor
al campo que te corría por las venas.
Fuiste,
como todos los de tu casta campesina
Serio,
trabajador incansable y abnegado
En
la desigual brega con la tierra
Para
obtener el solidario pan de cada día.
*
Padre, con tus manos sembradoras
Obtenías
la divina realidad del trigo
Para
amasar el pan de cada aurora
*
Tu
alma templaba el ritmo de la siembra
En
la tierra, tal sagrada hembra
Que
te ahijara espléndidas cosechas
*
Tu
mano castraba el panal de las abejas
Y
conducías el agua de la fresca acequia
Que
riega el vientre de la fértil huerta.
*
Para el campo tenías corazón de nido,
Y
en el campo ponías la esperanza
De
un honrado porvenir para tus hijos.
*
En
el viejo monorrimo pueblerino,
Mis primeros versos ensalzabas al vecino:
Se
los leías…, me mirabas… y, sonreías.
*
Y
tu sonrisa limpia es mi seguro,
Y
es mi empeño convertir tus besos
En
rosales de amor de mi futuro.
*
Tu
esperanza era el buen Dios que regresa
Cada
año en los hilos dorados de la lluvia
Para
hacer de cada surco una promesa.
*
Tu
destino era seguir la yunta en la besana,
Despertar
con la alondra a la alborada,
Y
atrojar el grano ya separado de la paja.
*
Ahora,
ya viejo y circunspecto,
Ahondo
en el fondo de tu alma,
Y,
de gozo, se me inundan los adentros,
Porque
de ti supe con certeza
Que
cada palabra es una trinchera,
El
concepto honesto un latigazo
Y
la verdad, la mejor bandera.