Fue el año 1.929 el último en que se celebraron los actos de la Semana santa en Cártama, pueblo que siempre tuvo una acendrada tradición semanasantera, que el pueblo solía vivir con gran interés y fruición religiosa, plasmado ello en diversos actos de fervor y participación popular: Los “pasos” y las procesiones de imágenes; de éstas contaba con algunas de interés artístico.
Hablando concisamente de los “pasos”, participaban en ellos gentes del pueblo que tenían su propio vestuario, consistente en:
Túnica hebrea, vestidos de sayones, de romanos, de caracterización de los apóstoles, apóstoles, caretas de cartón piedra, sandalias, etc. Todo ello pasaba de padres a hijos o algún familiar vecino con dotes interpretativas.
Las caracterizaciones y representaciones incluían el diálogo entre los “actores”, y se llevaban a cabo por algunas calles de la villa, cuya arquitectura ancestral constituía un fondo o escenario muy parecido al de la Galilea en que tuvo lugar la vida y pasión de Jesús, que se trataba de reproducir por aquellas fechas antañonas en Cártama. Estos actos, siguiendo el rol que Claudio Roldán aporta al libro, “Semana Santa en la Provincia de Málaga”, editado en 1.994 por el Obispado de Málaga en colaboración con la Universidad de esta capital, consistían en:
1º.- Sacrificio de Isaac
2º.- La samaritana y Jesús en el brocal del pozo
3º.- María Magdalena como mujer pecadora y arrepentida (1)
4º.- Las negaciones de Pedro
5º.- Juicio de Jesús ante Anás, Caifás y Pilatos (2)
6º.- Ecce homo: Presentación al pueblo
7º.- Jesús camino del calvario.
8º.- Las tres caídas de Jesús. La Verónica.
9º.- La crucifixión
10.- La Resurrección en el interior de la Parroquia.
Obviamente, para realizar este dilatado programa de actos a tenor los libros sagrados, la participación de gentes del pueblo era realmente nutrida en cuanto a acores, como multitudinaria en el acompañamiento, prácticamente todo el pueblo tirado a la calle para darle esplendor a sus fiestas mayores tras la de la Virgen de Los Remedios.
Siguiendo la misma fuente escrita antes citada así como el dictado de la propia memoria y la tradición oral, aparte de los actos citados también se celebraban en Cártama procesiones según el siguiente ritual:
Jueves Santo: “Coronao” (Jesús coronado de espinas), titular de la Cofradía de los “verdes, que salía de la Iglesia Parroquial a la caída de la tarde.
Viernes Santo: Jesús con la Cruz a cuesta, Titular de los “moraos”, talla que se salvó durante la guerra civil y se puede admirar en la Iglesia Parroquial en un altar a la entrada a la izquierda. Es una talla de gran valor artístico realizada por el célebre escultor, Fernando Ortiz (1.717- 1.771). El actual retablo lo hizo el alarife cartameño, Fco. Cañamero Gutierrez, pagado en su totalidad por José González Marín.
También el viernes santo salía por la noche la procesión del Santo Sepulcro y la Vigen de los Dolores
Durante las procesiones se cantaban saetas a los titulares por cantaores locales que, aunque no profesionales, tenían una enorme maestría, como Pintana, Frasquito “La Corní” y, la célebre cantaora de saetas (ganó en una ocasión el primer premio de saetas en Sevilla), Mariquita la del Terralo, ó, “La Terrala”.
Y, el Domingo de Resurrección por la mañana salía la procesión de Cristo resucitado.
Existía una vieja tradición, hoy lógicamente desaparecida y de la que tan sólo guardan memoria los mayores del lugar: En especial los niños y adolescentes amarraban con alambres o tomisas cuantas latas podían encontrar por los arrabales, y tirando de ellas en veloz carrera las arrastraban por las calles del pueblo produciendo un enorme ruido con el pretendían celebrar la Gloria del Cristo resucitado. A efeméride se le llamaba e,l “día de las latas”.
Todo este rico acerbo tradicional y religioso, se perdió durante la cainita guerra civil española de 1.936.
No merece la pena (fue, eso, una pena) relatar el intento de resucitar estas tradiciones, que llevaron a cabo los representantes vivos de aquellas viejas cofradías. Se iniciaron estupendamente y el pueblo participó (era por los finales de la década de los años cincuenta y principios de la de los sesenta del pasado siglo), con enorme entusiasmo en los preparativos, pero un incidente público entre el párroco y los componentes de la hermandad de los “verdes” terminó radicalmente con aquella prometedora iniciativa. Hoy quizás sea Cártama el único pueblo de la provincia que carece de manifestaciones procesionales de Semana Santa.
Y, el Domingo de Resurrección por la mañana salía la procesión de Cristo resucitado.
Existía una vieja tradición, hoy lógicamente desaparecida y de la que tan sólo guardan memoria los mayores del lugar: En especial los niños y adolescentes amarraban con alambres o tomisas cuantas latas podían encontrar por los arrabales, y tirando de ellas en veloz carrera las arrastraban por las calles del pueblo produciendo un enorme ruido con el pretendían celebrar la Gloria del Cristo resucitado. A efeméride se le llamaba e,l “día de las latas”.
Todo este rico acerbo tradicional y religioso, se perdió durante la cainita guerra civil española de 1.936.
No merece la pena (fue, eso, una pena) relatar el intento de resucitar estas tradiciones, que llevaron a cabo los representantes vivos de aquellas viejas cofradías. Se iniciaron estupendamente y el pueblo participó (era por los finales de la década de los años cincuenta y principios de la de los sesenta del pasado siglo), con enorme entusiasmo en los preparativos, pero un incidente público entre el párroco y los componentes de la hermandad de los “verdes” terminó radicalmente con aquella prometedora iniciativa. Hoy quizás sea Cártama el único pueblo de la provincia que carece de manifestaciones procesionales de Semana Santa.