Su dolorido alegato en Facebook, cuyas razones comparto al igual que su angustia, me mueve a trasladárselo por este conducto, pues soy casi lego en el manejo de Facebook; cosas de mis 82 años.
No me pondría a escribirle esto si, como tengo por norma, no me moviera una sincera emoción y solidaridad que, le aseguro, estoy en especiales condiciones de comprender.
Ya que no puedo hacer otra cosa, le deseo pronta solución y valiente paz interior. Saludos.