martes, 29 de septiembre de 2015

CARTAMA: TRADICIÓN Y CULTURA


                                                      


              Por estas fechas de finales de septiembre,  se celebraba  en Cártama la tradicional feria de San Miguel  que fue implantada en el año 1.903 (creía que en 1.905 pero me ha corregido mi amigo, Juan Bedoya)  para celebrar la entrada del otoño y salida de verano, con mercado de ganado  y fiesta ferial popular (hoy en letargo virtual)  que tiene aún en el recuerdo  enorme resonancia  social en el pueblo en su voz de cada  día, que lamenta el destrozo del  sentido y la praxis de tan  tradicional feria otoñal. ¿Qué criterios y causas reales han dado lugar a esta tropelía contra uno de los signos de identidad de Cártama? Es muy seria la cuestión: signo de identidad tradicional…Solapadamente ¿se está haciendo lo mismo a lo tonto con la feria de abril y la tradición mariana que la arropa? Esto sería muy grave históricamente.  Y ¿para esto 21 concejales que pagamos todos? Mejor no “menealla”; olería, supongo, peor…

            El  sustituir en cultura, tradición e historia lo bueno consolidado y auténtico que tienen consagrado  los siglos, por novedades adventicias de desmadrado consumismo, embozado (lean el libro sobre Jarifa y el Abencerraje del profesor cartameño, Francisco del Pino o, el que para niños escribiera Pedro Dueñas) en pegadizos nombres literarios con designios electoreros, silenciando al tiempo las virtudes de lo tradicional para que enraíce lo “progre” como obra e iniciativa del  partido político del momento, en aras de intereses presuntamente espurios, es zoquete  truco que las gentes van ya descubriendo pese al costoso alarde propagandístico empleado en el empeño.   

            El final  del verano con  sus faenas temporeras  y la  entrada del otoño, marcaba  un hito en el  que el labrador se disponía a aprovechar las primeras lluvias  para las siembras de este ciclo:  alverjas, yeros, cebadas (en alcaceles y para espigas) y, otros productos de huerta.  

Entrañables fiestas del pueblo trabajador. Se  llenaban las calles de familias departiendo de cosas comunes y proyectos populares, amenizadas las tertulias con manifestaciones musicales plácidas, que permitían  el diálogo interfamiliar y no los esperpentos de percusión que últimamente martirizan ad hoc los oídos de la ciudadanía. Aquellas eran fiestas populares, sin charangas de mal gusto, mientras que estos percusores ruidosos que conculcan las leyes decibélicas y perjudican la salud  sólo permiten  el solaz de bebedores  y  son típicamente capitalistas: Persigue que no se pueda hablar y, por ende,    analizar los hechos (estamos en la sociedad del ominoso silencio impuesto por los políticos), y sí consumir y devengar impuestos para mantener la muchedumbre   que  afanan de la política, con la que destruyen España y sus pueblos. (Insisto, hay excepciones y, por cierto, que honran aún a la clase política de Cártama y de España). 

Sí se ha seguido celebrando la feria de ganado, lo que es de aplaudir sin cortapisa alguna; otra cosa es que la afluencia lógicamente sea menor, pero han sabido enfocarla de forma atrayente.

Se echa en menos las reseñas y opiniones de la oposición. Al único que se la ocurrido decir algo,  es a un concejal de Ciudadanos, que ha hecho una reseña laudatoria de la feria de ganado, pero pasan como sobre ascuas en todos los demás y morrocotudos problemas que tiene el pueblo como, por ejemplo, el Hospital Comarcal y la tomadura de pelos que se trae con ello la Junta de Andalucía, no el Ayuntamiento que demasiado ha hecho, al igual que la Diputación que puso un dinero, en perjuicio de las inversiones en la provincia,  pese a que todo las inversiones corresponden subrogarlas a la Junta. ¿Qué es eso de que Cártama deba pagar en solitario unos suplidos en un proyecto del que se benefician 12 pueblos más sin aportar un solo euro, por mucho contrato que haya por medio firmado por nuestro Ayuntamiento,  a saber las razones de ello y circunstancias conniventes.

Las “Noches de la bella Jarifa”, copia de la de otros pueblos próximos comarcanos en detrimento de lo nuestro y auténtico, como la feria “de día y de noche” es un vil remedo de la de Málaga, han sido un triunfo de afluencia de forasteros, pero para los puestos de ventas y la cultura popular ha sido un rotundo fracaso. Entre los puestos tradicionales que han acudido, algunos me han dicho que no han hecho ni para pagar la luz y la “antigua y legítima feria era de todas a todas, mejor”; y, la añoran.  Entre los bares hay división de opiniones.


Y queda una pregunta: Qué aportación de cultura literaria popular depara al pueblo esta fiesta en honor del Abencerraje y la bella Jarifa.  Alguien debiera haber propuesto al Ayuntamiento que regalara un libro de este romance fronterizo porque,  sin saber valorar el hito literario que invoca, esta celebración no deja de ser una pedante cursilería, cual la del nombre Carthima (con “h” intercalada) que le han quitado también al Teatro José González Marín en Cártama, su cuna.