Manuel Azaña, que fuera Presidente de la 2ª República, quien a la hora de la muerte en su exilio pidió los auxilios espirituales, dijo: ...había gobiernitos (en la República ) de
cabecillas en Puigcerdá, La Seo ,
Lérida, Fraga, Hospitalet, Port de la Selva , etc. En el fondo,
provincianismo fatuo, ignorancia, frivolidad de la mente española, sin excluir
en ciertos casos doblez…Me entristezco hasta las lágrimas por mi país, por el
corto entendimiento de sus directores y por la corrupción…Veo muchas
torpezas y mucha mezquindad, y ningunos
hombres con capacidad y grandeza suficiente para poder confiar en ellos. La guerra
está perdida, pero si por milagro la ganáramos, en el primer barco que saliera
de España tendríamos que salir los republicanos…No quiero ser Presidente de una
Republica de asesinos.”(Memorias)