jueves, 7 de octubre de 2021

 

                                   DECEPCIÓN Y ESCEPTICISMO

Aún  recuerdo con saudade la época en la que  los hombres decían de forma  habitual, por principio, la verdad; las posibles y raras excepciones nunca  alteran la regla. Entonces, eran leales, francos; no eran aún los tiempos de la posverdad y, si un hombre prometía algo, lo cumplían, etc.

En estos tiempos, eso ya no es así: Estamos en un sistema socialista-comunista ostensible que jamás en la historia  fueron serios. Ni leales si mediaban designios torvos (tal he descubierto estas últimas fechas).

 Y, a los actos humanos cotidianos, a  los hechos patentes, a la verdad histórica, al hecho  mondo y lirondo, a la zafiedad que es la norma hoy  en las relaciones sociales, salvo las honrosas excepciones  y, a la prensa y hemerotecas de ella etc.,  me remito.

En efecto, no  puedes confiar enteramente  de algunos amigos, de no pocos políticos y, puede que hasta de algún sobrino y su circunstancial amigo, el consabido  docente socrático y, yuntero en chismes y especies aleves hurgadas  en problemas  íntimos de familias que no conoce y las utiliza contra la fama de persona honrada a carta cabal para trepar populacheramente. Si, ya no hay que fiarse del más pintado, y  menos, si busca fama y populismo.

Los dichos,  se creen “Gulliver en el país de los enanos” o, el “Flautista de Hamelin”. Una pecha de  reír son estas ridícula y  minoritaria tropa de pedantones que son, en no pocos casos, como berros adventicios.