jueves, 14 de octubre de 2021

 

EXCESO DE ADVOCACIONES MARIANAS

En Cártama entre el pueblo y Estación tenemos varias advocaciones marianas que suscita la siguiente pregunta: ¿No son demasiadas advocaciones marianas? No es mejor reducirlas todas a una, para evitar confusiones, especialmente en la gente más sencilla, y más  teniendo en cuenta que Cristo sólo tuvo una Madre?

 También he leído  a un intelectual de pro, que no entendía cómo la Iglesia permite (y aún fomenta, como es el caso incomprensible de Cártama),   la proliferación de advocaciones marianas: Santa Ana, El Carmen,  y la tradicional y señera de Los Remedios, etc.

Razonaba, no sin razón y lógica, que la diversidad de nombres pueden inducir en el pueblo a errores, en concreto a dos: Que se trata de Vírgenes distintas e incluso que se establezca competencias entre una y otra imagen, sin sentido e irreverentes como ya está ocurriendo en cierta medida progresiva en Cártama.El peligro es cierto y es malo callarlo. La Virgen María es una  sóla, la misma para todos. Y  el problema se acentúa en Cártama porque el hecho de que la Iglesia haya permitido que se instale a bombo y platillo la Imagen y advocación de la DIVINA PASTORA, con un alarde  de competencia a la Patrona Real, nuestra Señora de Los Remedios ---cargada de historia sublime y tradición milagrosa de cinco largos siglos, regalo de los Reyes Católicos--- hace absolutamente manifiesto ya ese peligro de competencia, lo cual era innecesario, pues, si el caso de la deficiente pastoral del Párroco necesitara un apoyo populista explotando el sentimentalismo de la gente, ahí tenemos la tradicional advocación de Santa Ana, Patrona secular de los viñeros y labriegos locales y, ni más ni menos, Madre de la Virgen María a su vez   Madre de Jesús de Nazaret.

Suscita también no pocas sospechas el hecho claro, de que se  trate por medios tácticos ad hoc políticos clericales para  impedir el acceso al Santuario por su entrada de Trascastillo y también  que los devotos aparquen en una tierra de secano sin que el dueño de los mismos lo prohíba. Y más sospechosos, cuando estamos ante una cadena de actuaciones espurias del mismo tenor y origen que resultan muy llamativas.

Cuando con los motivos religiosos se hace política de zapa onerosa a la sociedad y el cura es anuente a saber por qué, el caciquismo aleve y electoralista hace presa en la razón y en la sencilla fe del pueblo. Este no es solo un problema religioso sino, también, cultural que en puridad atañe a toda la sociedad civil que debiera reaccionar en coherencia con la devoción que dice tener a su Patrona.

¿O, quizás, estamos ante una fe fetichista sin compromiso espiritual? Me niego a pensarlo, pero es que tenemos a nuestra Patrona egregia en condición de ocupa en su propia casa, la ermita que a los cinco siglos de propietaria por regalo real al pueblo de Cártama, le ha sido expropiada prevalidos de trámites legales presuntamente manipulados.