Recibido de Asociación Ermita los Remedios
De entrada, digamos sin ambages que, o la ciudadanía escupe democráticamente de su seno (como las abejas de la colmena a los zánganos) a los políticos corruptos y a los ineptos, o esta plebe nefasta y nefanda acaban del todo con la España que, siendo lar irrenunciable de todos, los mentados cucañeros (as), disidentes del tajo se la han apropiado, invocando, precisamente, la democracia. Mandan huevos: En este aciago lar patrio invocan más la democracia los que más roban. ¡Como ustedes oyen!
Pero, pese a lo dicho, no pretendemos, ni mucho menos, generalizar. No sería justo porque no todos los políticos (as) son iguales. Pero..., coño, a los positivamente diferenciados también se les puede, y se les debe, recriminar que, siendo ellos buenos, han permitido por omisión acomodaticia o cobardía cívica, las fechorías clamorosas de los otros. Fechorías que nadie puede ignorar a poco que lea los titulares de los medios.
Tiene la generalización otro inconveniente de bulto: Al emparejar bajo el mismo baldón a decentes y sinvergüenzas, amén de injusto, tocan a menos cantidad de poca vergüenza convicta los últimos. A los desvergonzados cacos-políticos de marras, pues, les vendría de perillas la homogeneización con los honestos del ramo, porque de tal guisa se sentirían inmunes a castigo alguno, o a baldón público. Para ellos todo el monte sería orégano. No se trata, por ende, de denostar a toda la clase política que, por otro lado, aunque en menor cuantía que la actual, es necesaria, sino que, la sociedad llame a voz en grito por su nombre (¡ladrón-a) al que robe y, al que mienta, ¡embustero (a)!. Y por supuesto, que funcione como exige una democracia que realmente lo sea, la separación de poderes; con una Justicia ágil y ajustada que al que la hace se la haga pagar sin paliativos.
Hemos dicho por hoy; mañana será otro día para seguir hablando sin pelos en la lengua. Como debe ser.