miércoles, 6 de marzo de 2013

EL HUMILDE EJEMPLO DE UN HOMBRE GRANDE

                               




(RECIBIDO SUPLICADO DE ASOCIACIÓN ERMITA LOS REMEDIOS)

  Con el título de este comentario de época,  nos referimos al grandioso ejemplo que ha dado a la humanidad un hombre que no ha dudado en dejar la grandeza de un Pontificado de influencia y gloria personal ecuménica, para recluirse en el sencillo y humilde cultivo de la inteligencia y a la oración,    --prácticas amabas eternas, de hombres y mujeres cabales-- zambulléndose  de pleno en esa paz anónima  que enunció para los siglos de los siglos el insigne poeta de la vieja Roma, Quinto Horacio Flaco, en su poema,  "Beatus ille":

"Qué descansada vida
la del que huye 
del mundanal ruido,
y sigue la escondida senda
por la que han ido
los pocos sabios
 que en el mundo han sido..."

 (Nota:Rogamos  perdonen cualquier posible lapsus literal,  pues se cita  de memoria).

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Los argumentos del Papa para tomar tan drástica e inusitada decisión, plena de humildad sabia, el mismo los expresó en una de sus locuciones públicas de esta manera:


"Ya no tengo fuerzas para ejercer adecuadamente el ministerio petrino...Os doy las gracias de corazón por todo el amor y el trabajo con que habeis llevado junto a mi el peso de mi ministerio, y pido perdón por todos mis defectos"

 ¡Cuanta sabiduría, bondad y humildad encierran estas palabras y el coherente gesto!

De las múltiples conclusiones que de este breve y ejemplar discurso podemos sacar todos, hoy nos atenemos, porque así lo demanda la actualidad, al reverso de la medalla que lo constituye nuestra cutre e intelectualmente indigente clase política, en especial esos "capitostes" que habiendo arruinado a España hasta casi la quiebra irreversible, siguen en empecinada contumacia afanados en acaparar más y más poder, pese a la evidencia de su onerosa ineptitud.

 Lamentable situación que atenaza a la piel de toro española desde lo más alto de los mandos nacionales a los de  la más pequeña aldea.

 Ello, salvando siempre, por supuesto,  las honrosas excepciones que, haberlas, ahílas. Un ejemplo entre muchos, con sus pros y sus contras como toda obra humana, lo tenemos en Alhaurín el Grande.