martes, 12 de marzo de 2013

POR QUÉ NO HAY PROCESIONES EN CÁRTAMA (II)



Dedico esta II entrega a mis paisanos, especialmente a los jóvenes.
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La Virgen de los Remedios en Caracas (Venezuela) con un grupo de devotos. Entre ellos,  el expríncipe de Asturias español, don Alfonso de Borbón y  Batemberg,  residente en  Caracas por su matrimonio con una mujer no de sangre real. Era gran amigo del rapsoda cartameño, y, a veces, su representante artístico por aquellas repúblicas.
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Foto de Juglar cartameño  con la Virgen el 23 de abril de 1.937 en La habana (Cuba) tras celebrar las fiestas patronales en esta ciudad. Debajo el órgano que en la casa de España en New York, regalaron a la Virgen, que aún se conserva en la parte alta del Coro en la Iglesia parroquial San Pedro de Cártama.
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Con González Marín, religiosas del Convento de Buenos Aíres en el que el artista depositó la Virgen, que al ser visitada por devotos de aquella ciudad, ellas hacían de cicerone explicando la historia de la Virgen y de Cártama. Es para sentirse orgullosos de las antañonas cosas de nuestro pueblo

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Antes de proseguir con el tema semanasantero de Cártama, en esta segunda  entrega debo tocar la razón por la que sí tenemos cada 23 de abril, tan apróximadamente a  la Semana santa, la gloriosa procesión de Nuestra Patrona, la Virgen de los Remedios, mientras las de Pasión se cortaron en fechas próximas a la guerra civil, sin que después se restaurasen, cual hicieron otros pueblos colindantes, de forma pujante.


Ello conlleva necesariamente  recordar el emotivo retorno a Cártama de su Patrona  el día 26 de febrero de 1.938, como colofón de su andadura por las repúblicas iberoamericanas  y New York. Peregrinaje  este, de una  “virgencita llegada de un pueblecito, Cártama,  de  la  madre Patria”.

Allá le rezaron  devotos de todas las razas y nacionalidades:  nativos guaraníes, quechuas, miskitos, caribeños integrados y  mestizos de españoles e indios, amén de  españoles, italianos, chinos, etc. etc.,  emigrados. 

Despertaba admiración la gesta del Juglar  que en su pueblo había  "raptado" como a una novia a la Patrona de su pueblo, Cártama, y con ella huyó a lomos de las olas oceánicas para salvarla de una quema seguro en un periodo aciago de la historia de España.

Con Ella   en sus brazos enamorados, llevo a cabo andanzas de amor y lirismo por todas y cada una de las repúblicas iberoamericanas, sus ciudades y pueblos, desde el Cabo de VHornos hasta New York. Esta singular singladura y peregrinar quedaron recogidas con sus pormenores y detalles en mi libro, “CARTAMA HISTÓRICA. EL JUGLAR Y LA VIRGEN PEREGRINA”.


 Considero un deber ciudadano y de lealtad historiológica y a mis  paisanos, en especial a las nuevas generaciones,  el darle conocer en  esta serie historiográfica hitos grandiosos del devenir de nuestro pueblo, añadiendo una vivencia inedita e inaudita:    el emotivo e indescriptible recibimiento que el pueblo, enlutado por los conocidos hechos bélicos, dispensó  a su Virgen al regresar de América el día 26 de febrero de 1.938.

 Me mueve a ello, entre otras consideraciones, que  tengo 82 años, y pocos coetáneos míos quedan ya, si es que queda alguno,  que  viviera el sublime momento, más bien memento, y, además, estén en condiciones de narrarlo por escrito. Por otro lado,   la Historia contada  con seriedad y rigor es, en frase cervantina-ciceroniana, “madre de la verdad, émula del tiempo, depósito las acciones, testigo de lo pasado, ejemplo y avisos de lo presente, advertencia de lo porvenir”  

 Con mi humilde prosa solo pretendo  ayudar a mis amables lectores  a imaginar el inenarrable suceso citado, aunque, describir la emoción de todo un pueblo que dio por quemada la imagen de su multisecular Patrona, impregnada de los sentires,  oraciones, peticiones, rogativas, confesiones íntimas  de penas y alegrías de generaciones y generaciones de antepasados ante el sagrado icono, es harto difícil, al menos a este escribidor. Pero, merece la pena intentarlo.  

Son unos hechos que he vivido personalmente y, después, mil veces he escuchado narrarlos  a los dos protagonistas humanos de esta cantiga mariana de nobles connotaciones humanas e históricas.

Nada más lejos, y menos dado mi carácter, que anhelar  reconocimiento alguno por ello, ni por otras aportaciones  en relación a la historia de mi terruño. Por el hecho de haber sido amigo íntimo de los protagonistas (Pepe González Marín y su ayudante escénico, Antonio López Plana, "Antoñico") que me hicieron compartir sentimentalmente tan bella odisea mariana hoy patrimonio precioso de nuestro pueblo,  me siento un privilegiado. 

Pero, ciertamente no soy masoquista y, lo mismo que me es indiferente cualquier halago, sí me duele la sinrazón de juicios de valor,  realmente  duros y punzantes que, paradójicamente,  ello me ha deparado de algunas personas que, aunque, pocas, sí con capacidad de crear corrientes de opinión contra la fama y el honor ajeno. Pero siempre hay un paliativo.  En este caso, viene en socorro a la memoria mía la poesía de  Rubén Darío:

"Pasó una piedra que lanzó una honda;
pasó una flecha que aguzó un violento.  
La piedra de la honda fue a la onda,
y la flecha del odio fuese al viento.

Por eso, ser sincero es ser potente;
de desnuda que está, brilla la estrella;
el agua dice el alma de la fuente
en la voz de cristal que fluye d´ella.

Ya virtud está en ser tranquilo y fuerte;
con el fuego interior todo se abrasa;
se triunfa del rencor y de la muerte, 
y hacia Belén...¡la caravana pasa! 

Así, pues, vamos a lo que vamos y que, mientras tanto, pirueteen los bufones... 
         

Desde el año 1.579 que los cartameños sacaron su Patrona en rogativa ante un mortal epidemia de peste que Ella sanó, tal consta en actas capitulares y eclesiales --por ello llamada desde entonces La Remediadora (De los Remedios)--, según los anales nunca ha habido un 23 de abril que Cártama dejara de pasear, a hombro de sus hijos, a su  Patrona remediadora. Ni siquiera aquel sonado y nefasto 22- 23 de abril de 1.936.

Ya tenía asumido el pueblo (aún  laceradas sus almas por las letales consecuencias de la cruel y, por cainita,  estúpida  guerra civil)  que aquel 23 de abril de 1.937 sería el primero, y para siempre,  que Cártama no vería a su Patrona en presesión por su secular itinerario del lugar. Y así era: Ee 23 de abril de 1.937, Ella no estaba en Cártama  y,  su  Santuario, destruido, y, la entrañable  tradición, patrimonio por excelencia de los cartameños, rota.


Pero..., ese el 24 de abril de ese mismo año de 1.937, llegó de La Habana un telegrama remitido por Pepe González Marín, informando a  todo su dolorido pueblo que  la Virgen de los Remedios se la llevó consigo al zarpar para cumplir contratos artísticos en América, y con ella realizaba su turné artística por aquellas lejanas tierras, cuyos hijos la tuvieron por Madre y, como tal,  le rezaban en las capillas habilitadas en conventos religiosos.


La tradición, pues,  no se había roto sustancialmente: habiéndole cogido la fecha de sus fiestas en Cuba, igual que siempre en Cártama, también allí la Virgen de Los Remedios cartameña fue paseada a hombros de devotos caribeños y españoles residentes,  por las calles de La Habana en olor de  una multitud asombrada de la gesta que presenciaban.

 Al mismo tiempo anunciaba en el telegrama  que a primeros de febrero de 1.938, devolvería a su pueblo la imagen de su Patrona, salva. Y que,  la quemada, era una copia que él dejó en su lugar ¿Existe otro dechado de tradición mariana que contenga una cantiga de este tenor? Me he leído durante la investigación para mi libro, “EL JUGLAR Y LA VIRGEN PEREGRINA,  decenas  de libros marianos, y, no he encontrado caso de tal tenor en lugar alguno.


Como en tantos otros sitios de la geografía española, durante este periodo bélico fueron quemadas    las imágenes de la Iglesia Parroquial de Cártama (algunas antiquísimas y de inmenso valor artístico, como veremos detalladamente en otra entrega), destruido el Santuario mariano  y el  archivo multisecular, para destinar la Iglesia   a oficinas  políticas y almacenaje de mercaderías.

Por dicho hito histórico, Cártama sí tiene una grandiosa procesión en fechas cercanas a la Pasión del Gólgota.

 Pero volvamos al sobrecogedor y emotivo recibimiento que el pueblo de Cártama hizo a su Patrona al regresar de América el día 26 de febrero de 1.938, que dejo, por razón de espacio, para una IIIª entrega.

NOTA: Mi cansada vista, y premuras de actividades,   pueden dejar escapar algún desliz ortográfico, semántico o gramatical. Ruego perdonen si tal ocurriere. Gracias.