Muestras de mi obra "RELATOS BREVES
Un alboroto de lastimeros aullidos
contrapunteó el casto silencio de la
noche estrellada. Se despertó un
clamoroso sonar de caracolas. El boyero,
que dormitaba haciendo hora para pasturar el ganado en la pesebrera, se alarmó,
libró el balate de la era contigua y despertó a los mozos y peones mayores que dormían sobre la paja de la parva. “¡Arriba que algo pasa...!; o son ladrones, o es el
perro de rabia...”
Sonó un tiro de escopeta en predios aledaños del cercano Cortijo de la Alhóndiga. Callaron
los perros y enmudecieron las caracolas centinelas. Los gallos iniciaron su
plática de encrespados cantos desde los
tapiales de los diseminados cortijos de la ribera.
Aquella
mañana, los madrugadores labriegos se
toparon con el enorme perro muerto bajo la
higuera del borde del camino. Sus rasgos eran ya de paz infinita; no
mostraban el enorme martirio que en vida
sufren los perros hidrófobos. Sólo la
muerte era la solución para suprimir el
horrendo sufrimiento de esta enfermedad. Cruel paradoja de la vida y la muerte.
APUNTA EL DÍA
Por detrás
de aquellos montes que siluetean sus contornos por el este del horizonte, asoma
el incendiado cortejo de reflejos granas
que preceden a la aurora. El sol despunta y se abre el día. Despierta la
creación y saca de quicio a sus creaturas. Dios abandona su rengue y reanuda su
labor continuadora de la creación eterna.
LOS
DESHEREDADOS
Aquel padre de la ribera, al
morir dejó a sus hijos tierras
labrantías, una suculenta bolsa con dinero contante y sonante. Pero no
enriqueció sus mentes con saberes culturales, ni nutrió sus espíritus con
principios fundamentales, ni los capacitó para ganarse la vida caso de algún
evento...
Aquel
padre, dejó a sus hijos absolutamente desheredados. Quienes sólo afanan y
acaparan riquezas materiales, son los verdaderos responsables de la miseria
universal.