jueves, 15 de diciembre de 2022

 

       AL PADRE

Padre, con tus manos sembradoras

Obtienes la divina realidad del trigo

Para amasar el pan de cada aurora

                        *

Tu alma templa el ritmo de la siembra

En la tierra, tal sagrada hembra

Que te ahijara  espléndidas cosechas

                         *

Tu mano castra el panal de las abejas

Y conduce el agua de la fresca acequia

       Que  riega el vientre de la fértil huerta.

                                 *

       Para el campo tienes corazón de nido,

Y en el campo pones la esperanza

De un honrado porvenir para tus hijos.

                            *

En el viejo monorrimo pueblerino,

 Mis  primeros versos  ensalzas al vecino:

Se los lees…, me miras… y, sonríes.

                            *

Y tu sonrisa limpia es mi seguro,

Y es mi empeño convertir tus besos

En rosales de amor de mi futuro.

                             *

Tu esperanza es el buen Dios que regresa

Cada año en los hilos dorados de la lluvia

Para hacer de cada surco una promesa.

                              *

Tu destino es seguir la yunta en la besana,

Despertar con la alondra a la alborada,

Y atrojar el grano separado de la paja.

                              *

Ahora, ya viejo y circunspecto,

Ahondo en el fondo de tu alma,

Y, de gozo, se me inundan los adentros,

 Porque de  ti supe  con certeza

 Que cada palabra es una trinchera,

El concepto honesto  un latigazo

Y la verdad, la mejor bandera.

 

A LA MADRE CUANDO AÚN  VIVÍA

 

Madre, te traigo un poema

Como diadema de pedrería

Para tu linda frente serena

                    *

Para tu linda frente surcada

Por las arrugas de tus pesares

Para tu frente rubia como trigales.

                       *

Al nacer sentí que tu nombre, madre,

Como el sol de cada día, alumbraría

Mis torpes pasos entre zarzales

                       *

Tus ojos, alas doradas de mariposas,

Refugio firme en vendavales,

Brincan graciosos como zorzales.

 

                           *

Yo siento, madre, que tu nombre

Es como el ritmo de todo cantar

Y el invocarlo,  es mi rezar.

 

            A LA MADRE

En tu ausencia aprendí que eres el ángel

Que velas mi peregrina ruta hacia Dios,

            Y  gozas junto a María en su  cielo de alelí.

                               

Tu frente blonda y noble, fue mi espejo,

 Y tú seno mi punto de partida.

Lívidos quedaron mis amores con tu ida;

 

Me arrodillé en tu orilla cuando

Tus ojos, estando abiertos no me veían,

Pues estabas allí, pero partías.

 

Esperaba ávido tu última palabra,

Y sólo pude darte el postrer beso

Cuando pura tu alma ya se elevaba.

Todos mis cariños se dispersaron,

Todos mis rosales se deshojaron

Y todas las fragancias se me alejaron.

                    *

Ahora, como respuesta de mi sino,

Me queda la amada piadosa y santa,

 Y el hijo, aroma de trigo recién  molido.

Ella, hilo de agua en el desierto,

 Él, collera de cascabeles para mi alma.

Ambos, lucero y estrella  de mi camino.