ELEGÍA
EN EL RECUERDO
Eran
aquellos días y horas de zozobra
En
los que al cielo lo invadía
Un
lento y triste son de
campanas.
El
día gris y la melancólica hora
En
la que pesándole ya su vida intensa
Se
nos murió de perfil y en paz el rapsoda.
A aquel
hombre bueno nacido en Cártama,
Le
conocí cuando tenía yo siete años
Y él,
henchido ya de gloria, unos cincuenta.
Fue
el día que volvía tras su largo exilio
Por
la América hispana, con nuestra Patrona salva
De
la furia iconoclasta y, al verme que
lloraba
Emocionado,
me dio un beso.
Tras
de sí dejó al morir una estela de silencios líricos,
La
poesía se vistió de luto en cuerpo
entero
Y,
los poetas sembraron de estrellas los caminos.
Mi
alma siguió fiel a una amistad de dieciocho años;
Y con
más fuego porque la amistad auténtica,
no muere
Mientras
una de las partes aliente.
Nunca
me sentí más sonámbulo
Que
cuando apenado tras su cadáver
Recorrí
rezando el camino al Camposanto.
Pero,
¡qué mezquina llegamos a ser la gente!
No
han respetado la paz en que duerme ya su
gloria
Ni
del bien que en vida hizo
guardan memoria:
Legó
a la hoya gualhorzana su tradición
Mariana
al salvar a la Patrona de Cártama
De
la quema a la que el Comité la sentenciara.
En
el corazón de cada devoto y en la realidad del tiempo
El
nombre de José González Marín merece un altar
Y una
decente recordación en justicia agradecida.
Pero
no, ningunearon su egregia estirpe artística
Porque,
incluso muerto les hacia sombra
Creyeron
tan ilusos e iletrados mamasopas.
Llenáronle,
con obscuros fines, de oprobios
Y
hasta su nombre, a su Teatro quitáronle
Que sustituyeron con un inocuo topónimo.
¡Viles
gentes Señor de la Templanza y la Justicia;
¿Por
qué, entonces permite el evangelio este axioma?:
“Dios
creó al hombre a su imagen y semejanza….”. ¡Qué misterio!
Dicen que un grupo de cartameños
Llevados
de su noble empeño
Van
a instar en donde proceda
Un
gesto de justicia, sensatez, desagravio y
Restitución
completa sin mezquindad partidista
Porque,
no podría ser de ninguna otra manera.
Y
tampoco es de echar en saco roto
A
las gentes de los pueblos comarcanos
Que
teniendo a Pepe González Marín por Hijo propio,
Cuando
los de su pueblo de nacencia
Lo
vituperan y ningunean, estos leales vecinos
cultos
Mantuvieron
y mantienen viva la llama de su gloria.
Y nuevas
calles le dedicaron, y libros escribieron,
Que
en homenajes continuos le brindaron
Y
aniversarios suyos con esplendor
celebraron.
El
en puridad no debió nacer en Cártama,
Porque
era un hombre del
Orbe
hispano
Sustanciados
en tres continentes.