EL
ESCULTOR FRANCISCO PALMA GARCÍA, Y
CÁRTAMA
Por lazos de amistad con Pepe González Marín, el célebre escultor, Paco Palma García (1.887-1.938), se sentía un hijo más de Cártama (que tanto le debe, sépanlo las generaciones actuales), lo cual era considerado un alto honor por los cartameños de su época.
Según la biografía que en 1.985 le dedicara al gran escultor el malogrado escritor y entrañable amigo mío, Manuel Tellez Laguna (q.e.p.d), Francisco Palma García nace en Antequera en 1.887 y fallece en Málaga a los 51 años de edad. La riqueza escultórica de su ciudad natal parece que influyó decisivamente en la vocación que le hizo famoso.
Trasladado a Málaga, cursa estudios
en
Alternó estudio y trabajo en el taller de los hermanos Casasola, de fuerte influencia en nuestra capital, todo ello bajo el patronazgo del célebre político conservador antequerano, José Romero Robledo, apodado por el pueblo, “El pollo de Antequera”, gracias al cual, Palma se coloca en Madrid en el taller del celebrado escultor malagueño, Enrique Marín Higuero. Ya en los indicios de su carrera artística obtuvo diversos reconocimientos y premios.
Fue un hombre muy sociable que gozaba de la amistad de grandes personajes de las letras el arte y la política, entre los que se encontraba en amistad fraternal el actor y rapsoda cartameño, José González Marín, que infundió al escultor el mismo amor que él sentía por su pueblo natal, Cártama. Por otro lado, ambos eran hombres de tertulia, faceta que Téllez Laguna cita en la citada biografía en dos ocasiones:
Primera, en el prólogo, final de la página 14: “A estas tertulias asistían con frecuencia Narciso Díaz Escobar, Salvador Rueda, González Anaya (de raíz cartameña), González Marín (cada vez que regresaba de sus giras), Joaquín Díaz Serrano, Prados López, Adolfo Sánchez Vázquez (Filósofo marxista), Antonio Palacios, Esteban Pérez Bryan, Antonio Baena Gómez, Enrique Navarro, José Chervás Domingo Lombardo, Álvaro Príes, Emilio Kustner, Miguel Serrano de las Heras, José García Berdoy y Carlos Blazques (antequerano), Manuel García Caba, Juan Temboury, Carlos Rubio, Adrián Risueño (escultor malagueño, muy ligado también a la tradición mariana de Cártama), Joaquín Mañas, Luís Vera --presbítero que conocí siendo él muy mayor y me habló mucho de estas tertulias y de los tertulianos--, Antonio Calvillo...
Vino la maldita guerra de 1.936 y sus destinos, en función de sus respectivas ideologías separó a muchos de ellos geográficamente, lo cual no fue óbice para que, los que no murieron en la fraticida contienda, siguieran en contacto, lógicamente, más espaciados.
Tuvieron una segunda tertulia en el antiguo, y desaparecido, “Café Inglés” de Málaga, a la que asistían: “Repiso (con ascendencia cartameña, de la familia Alarcón Luján),Cerezo Berdoy, Matías Abela, González Marín, José Carlos de Luna, y otros significados personajes.
Manuel Téllez Laguna inicia el
capítulo 14 de la biografía de Paco Palma de esta forma:”Y entramos ya, de esta manera en 1.937-38... De esta época datan algunas
Obras importantes de Palma, de las que podríamos destacar... Restauró en
Cártama el camarín de
Al respeto continúa el biógrafo: “Nos llegan apuntes sobre este trabajo de
Palma (y sus hijos y operarios), y hemos podido saber que en él puso el
maestro una parte importantísima de su propia sensibilidad. Trabajó con afán en
una tarea que le llenaba totalmente. En la soledad de la ermita serrana, lejos
de los agobios y de los ruidos de la calle, se esforzó en sacar el máximo
partido a su trabajo, procurando ante todo que la referida restauración presentase
al final un acabado perfecto. Para ese
menester su mejor aliado fue el
aislamiento de la ermita, que le
permitía relajarse y compenetrarse consigo mismo, “tan cerca como estaba de la experiencia vivida” Trabajaba en
silencio, embebido en su quehacer casi místico, con la ilusión renovada de
hacer patente una vez más para todo trabajo relativo con el arte. Tenemos
conocimiento de que ello era así, dado
que a lo largo de todo cuanto llevamos escrito sobre él, su talante y su
talento no decayeron en ningún momento lo más mínimo.
Testigo
ilustre de esta disposición de Palma y de la ilusión que ponía siempre ...lo
tenemos en el promotor y costeador de la obra, José González Marín, el gran
rapsoda cartameño. González Marín acompañaba muchas veces a Palma mientras éste
resolvía los más delicados detalles de
la decoración del camarín de
En el año 1.935, por orden del Ayuntamiento de Cártama, Palma realizo la lapida conmemorativa, que aún se conserva, en la fachada de la casa en donde naciera el genial cartameño que tanto, como lo que queda dicho, aunque no todo, y bueno, está dicho, hizo por este pueblo cuya memoria algunos por designios inconfesados e inconfesables, denostan. Cártama está en deuda con el eximio escultor y sus hijos, Mario, Paco y José María que, tanto hicieron por Cártama y se consideraban cartameños.