“EDUCASSIÓN” POLÍTICA
Nuestros políticos (as), no
paran de pedirle a la sociedad civil,
que arruinan a base de chafarrinadas propias de tahúres que han arruinado a
España, que se les trate a ellos al acusarles sus flagrantes
contradicciones, con “educassion”. Mientras
se les diga lo que son con “educassión” la crítica de la gente a la que roban les
entra por aquí y les sale por debajo. Ya me entienden.
Al hilo de lo dicho, cabe esta deducción:
No es el maleducado aquel que en un legítimo arrebato harto de tantas marranadas
políticas como ve y sufre, suelta un alusivo y sonoro taco; el maleducado es
aquel, o aquellos, que por sus aviesos y pillos procederes que insultan la
inteligencia más roma, dan lugar a que la gente de bien no alienada aún, suelte un, o una ristra, de tacos
calificativos; decirle embustero al que miente, ladrón al que roba o, criminal
al que de alguna manera mata es lo mínimo que se puede y debe hacerse. Pero,
por desgracia para España los que somos engañados, robados (como yo), o
familiar de los treinta mil muertos de
más por falta de atención en el curso de la pandemia, en vez de poner el grito,
y los tacos pertinentes en el cielo, nos la sacamos (o se la sacan, mejor
dicho) con un papel de fumar que, dicho sea con melancolía, es para lo único
que se usa hoy y, no como antes: cuando dos amigos se encontraban, se saludan
pastueñamente y cualquiera de ellos, petaca en mano, proponía:”Venga, vamos a “líar”
tabaco”, y de la petaca vaciaban en el
cuenco de la mano la picadura, y sacaban mechero de rulete y torcía,
el librito de papel (“JEAN”, “BAMBÚ o de
otra marca) y, sentados en el bar o en una linde, si se encontraban en el campo,
disfrutaban, mientras daban trinques al cigarro liado con sumo arte, un rato en
serena y sabrosa conversación.
A lo que íbamos: Quevedo, Cela, Perez
Reverte, en un tiempo Felipe Trigo, por
poner algunos ilustres ejemplos, llevaban el taco en el carcax argumental. Algunos
llamarían hoy obsceno al dulce y enorme poeta malagueño, Salvador Rueda, por el
genial soneto que le dedica a un polvo. Pero no le ruboriza robar a los que le
votado y confiado sus intereses.
Y, yo que
estoy hasta los cojones de tanto hijo de puta honoris causa (esto siempre) haré
lo mismo que los ejemplos citados cuando el pajeado lo aconseje.
Decía Pedro Antonio Alarcón en una de
sus obras costumbristas, cosa tal cual y nadie se sonrojaba por contar las cosas
como son, y no como quieren imponernos hoy los gorrinos políticos:
“…Que polvo tiene el camino
Que polvo tiene el molino
¡¡Qué polvo, la
molinera…!!”