LA
ALONDRA
Mañanitas estivales frescas por la brisa residual, húmeda estela de las ribereñas noches con ladridos de perros al lucero miguero, cruá, cruá...de ranas en las almatriches y cri, crí... de grillos entre la hierba punta y las verdolagas; órdago sonoro de las creaturas mínimas al silencio cósmico de la noche.
Antes de bajar al prosaico rastrojo y a los duros terrones de los
barbechos en do tiene su hábitat, la alondra saluda a padre sol que apunta tras
las onduladas lomas al Sur de
Al solitario niño alhondiguero se le colmaban
las pupilas de entrañables horizontes y,
se le esponjaba el alma al conjuro de la
jerga mañanera de los pajarillos de los
campos regadíos, sumido en un irremediable memento pánico, acompasado por el amortiguado cantar de la madre (“Los pajarillos”, de
A quién no le ha cantado
Una madrecita buena
En un anochecer de plata
Nanas que le han dormido..