RECUERDO EMOCIONADO DE UN ESPAÑOL ILUSTRE DE
CÁRTAMA
La muerte del padre Emilio Cuevas Sanmartín, SI, de 94
años de edad, ocurrió en la enfermería de San Estanislao de Málaga el 30 de enero de 2.018. Nadie en
Cártama, su pueblo de nacencia, evocó
con tal ocasión la figura y valía de su eminente hijo.
Nació, pues, en
Cártama (Málaga) el 7 de abril de 1.923; a su muerte llevaba 76 años en la
Compañía de Jesús y 61 de sacerdote.
Siempre llevó a gala el ilustre sacerdote cartameño
(según su biógrafo, Ignacio Maury
Rodríguez-Bolívar, S.I,) haber nacido en Cártama y evocaba su infancia con aún
más frecuencia. Tengo el inmenso orgullo de haber cursado mis primeras letras en
la Escuela de don Francisco Romero en la que Emilio Cuevas era uno de los
mayores alumnos. Le gustaba recordar que era paisano de aquel jesuita,
encargado por el P. General de ir a las misiones guaraníes de la antigua
provincia de Paraguay para convencer a
sus hermanos de la Orden que se
sometieran al Tratado de Límites entre España y Portugal, siendo reyes de España,
Fernando VI y su esposa portuguesa, Bárbara
de Braganza. Era el P. Altamirano (véase mi libro, “Cártama histórica. El Juglar y la Virgen
Peregrina”), un jesuita que en la película, “La Misión”, nos hicieron los cineastas el regalo historiológico de encarnarlo significarlo en dicha película
famosa. Le tocó al padre jesuita cartameño, Pablo Luis Altamirano (aunque en la película lleva otro nombre) que tanto protagonismo encarna en el célebre
film la ingrata tarea de obligar a los jesuitas de las Misiones Guaraníes del
Rio de la Plata a obedecer el Tratado
con Portugal y ceder todo el trabajo y labor con los indios guaraníes quechas a este país que los utilizaría vendiéndolos como
esclavos.
Quiero recordar que,
Emilio Cuevas Sanmartín, era el penúltimo hijo del singular médico oficial de la villa, desde
que terminó su carrera hasta su muerte,
José Cuevas Fontalva, que tuvo cinco vástagos en este pueblo: Concha (casada con el maestro nacional en Cártama, oriundo de Periana y, un tiempo alcalde de ésta, Fco.
Segovia), Francisco, José, Emilio y la
dulce Matilde quien, también, quiso, como su hermano Emilio, entrar al servicio
de Dios y su Iglesia, como monja.
Cuando yo, con siete años (1.938), entré en la escuela de Francisco Romero
Martín de Cártama, ya cursaba primaria en ella, Emilio Cuevas quien, en 1.941, se marchó a El Puerto de Santa
María, en cuyo noviciado jesuítico pasó
dos años y, cuatro, en el juniorado. Se
trasladó a Madrid a estudiar filosofía,
para hacer después las prácticas de Magisterio en el Colegio Portaceli de
Sevilla.
Siguen cuatro
años de teología en Granada, pasando después al Colegio San Estanislao (El
Palo) de Málaga; después pasa a Las Palmas de Gran Canaria, ejerciendo su
apostolado en la Iglesia San Francisco
de Borja y, en el Colegio San Ignacio, donde ocupó diversos cargos (según
semblanza que hace de él, el S.I antes
referido, Ignacio Maury), fundamentalmente de Administrador de Comunidad y del
Colegio. Simultáneamente es nombrado párroco de la Iglesia Ntra Sra. Del
Atlántico y adscrito a otras.
El cartameño padre, Cuevas Sanmartín, tuvo una gran
preocupación por los pobres y menos favorecidos en donde quiera que estuvo,
destacando en él la sobriedad material en que vivía. Estas dos virtudes fueron
los rieles de su vida. Aún en Las
Palmas, su salud se desmejoró ostensiblemente y, queriendo estar más cerca del
recuerdo de su pueblo, pasa finalmente a la enfermería de
Málaga, en donde muere en la paz del Dios, con la constante saudade de su
pueblo de nacencia, en el que quiso
cantar su primera misa cuando se ordenó sacerdote.
No ha merecido el Reverendo, fraternal e ilustre hijo de Cártama, Emilio
Cuevas Sanmartín, S.I, que pasó por la
vida impartiendo el bien y el amor entre
los seres humanos, en especial entre los más desfavorecidos, el más mínimo
recuerdo de su pueblo de natal. ¡Lo de siempre…!