El Evangelio debiera ser para el campesino una
de sus referencias de más alto significado y refugio emocional más halagüeño.
Jesús no proclamó solemnemente su
sublime mensaje en la puerta del templo, sino que lo fue vertiendo en el
corazón de las gentes, que querían escucharlo, por las aldeas y comunidades campesinas que
orillaban los caminos terrizos de Galilea, Samaria, Judea, etc. Sendas abiertas
entre mieses amarillas plenas de espigas reventonas de promesas de pan ácimo y,
decía: “La mies es mucha y los operarios
son pocos...”. Por entre los pámpanos
de los viñedos proclamaba: “Yo soy
la vid y vosotros os sarmientos...” Sentado junto al brocal del pozo
platicaba a la samaritana sobre el secreto del agua viva que brotaba de su
corazón, única agua capaz de calmar la sed
en este mundo sediento de justicia. Y de paso por una ciudad se encontró
bajo la parra a Marta y María, las hermanas de Lázaro.
Aprovechó
la imagen de la yunta que enterraba la semilla y regaló la célebre parábola con
fondo de sembradores: “Salió un sembrador
a sembrar...” “un hombre sembró su campo de trigo y por la noche el enemigo
esparció sobre él cizaña...·” ,“ el pastor le inspiró: “...si un hombre tiene cien ovejas y se le descarría una (parábola
del Hijo Pródigo). El poder infinito de la palabra de Dios con símil arbolario:
“...el reino de los cielos es semejante a
una granito de mostaza...” “¿por ventura se cosechan uvas de los espinos o
higos de los abrojos...” Y, la bella imagen del pastor que guarda su
rebaño: “yo soy el Buen Pastor, y el Buen
Pastor da vida a sus ovejas...” Y una invitación a la vida sencilla sin
afanes frustrantes y, a tener fe en la Providencia : “mirad
las aves del cielo, que ni siembran ni siegan no recogen en graneros (insinuaba, cuánto mejor vosotros que
sencillamente laboráis y dais vida a los campos que ofrecen en recompensa pan y
vino eucarístico a los hombres). “Considerar
los lirios del campo...pero ni Salomón,
con toda su gloria, se vistió como uno de ellos...”, “y si la hierba del campo, que hoy crece y
mañana se echa al horno, Dios que así la vistió ¿por ventura no hará mucho más
por vosotros?”
Y quienes
hemos vivido pegados a la tierra labrantía, podemos dar fe, a poco que
conozcamos el Evangelio y tengamos un
ápice de sensibilidad abierta a los fenómenos que nos ofrece el mosaico
variopinto de las campiñas y las riberas, que por las realengas, trochas y
angosturas pasa a diario errante la sombra de Jesús con una vara de fresno
eterno peregrino del Amor y la concordia entre los hombres.
Estremece
cómo los campos arados, los milenarios
olivos, los paralelos surcos abiertos en la tierra con tempero, las cepas y las parras, los lirios, las higueras, las
lomas y las piedras, y todo ese mundo eterno (aunque ahora arruinado y deprimido
por políticos ineptos y sin conciencia lo han arruinado con el beneplácito
bobalicón del pueblo, que ya lo empieza a pagar), planicies de belleza sin par,
libertad y orden natural, fue el argumento fundamental del Hombre-Dios para hacer llegar a los hombres el mensaje de
paz, de verdad y de justicia más sublime
que jamás ha hollado los oídos de la humanidad.