domingo, 18 de noviembre de 2012

MACHADO Y GONZÁLEZ MARIN A BARBADILLO



Según la Real Academia de la Lengua Española, es deber de los pueblos bien nacidos,  "mantener vivo el recuerdo de quienes, en España o América ´han cultivado con gloria nuestra lengua" De ello es un ejemplo paradigmático nuestro paisano, José González Marín ¿le cabe más honor a Cártama, a despecho de un grupo de ignorantes que quieren sumir a su  pueblo en la incultura más ramplona)

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José Luis Jiménez  · 11 Febrero 2012

Hola Manolo (actual heredero de las afamadas  Bodegas Barbadillo):

Aunque no viene al caso, voy a endulzar el ambiente y me vas a permitir que le mande a todos los gazaperos, en especial al Sr. José Manuel Martín Barbadillo, un descubrimiento que hice de un poeta, bastante desconocido, que a lo mejor es pariente suyo. Perdona si la cita es larga pero creo que merece la pena.
Encontré un ejemplar de la primera edición del libro poético, Rincón del Sol, que envió Manuel Barbadillo al “Faraón de los decires”, José González Marín, –así era conocido el de Cártama (Málaga) en el mundo literario por culpa del poeta madrileño Cesar González Ruano- con prólogo de Manuel Machado y epílogo de González Marín, editado en la editorial Plutarco, donde publicaban también Alberti y Menéndez Pidal en 1936. Lo que más me llamó la atención fue, en la primera hoja del libro, la dedicatoria de Barbadillo, de puño y letra, a Manuel Machado. Dice así: “A Manuel Machado, sin más adjetivo, porque en nuestra lengua no hay adjetivos para él”. Firmado Manuel Barbadillo, 1936 Marzo 28. Creo que sobran los comentarios y es una forma magnífica de retratar al primogénito de los Machado. Una dedicatoria llena de carga emotiva.
¡Mira que cosa más bonita el prólogo, bastante desconocido, del poeta sevillano, en versos, al libro citado, “Rincón del Sol”.  Llamo la atención en la afirmación que hace sobre la soleá. Dice así:
“Tus versos, Barbadillo,
son juncos de ribera,
cañas: de Manzanilla
-en el fondo una almendra-
o, simplemente, cañas
verdes, sonoras, trémulas…
Caramillos del río
y flauta de la tierra.
Tus versos, Barbadillo,
nacen en ti cual de esta
maravilla andaluza
naranjas, limas, cepas,
frutas del sol, claveles
de sangre –rosa o negra-,
jazmines de misterio
y nardos de demencia.
Tu musa, Barbadillo,
tiene a sus pies la vega
del Betis… En el pecho,
el calor de la tierra.
En los labios, la risa
del río que se vuelca
en la mar. Y, en los ojos,
-esmeraldinas gemas-
una mirada verde
hacia la Mar, que empieza…
Requebrar a una chavala,
ajustarse el marsellés…
saber mirar bajo el ala
de un sombrero cordobés…
Eso es
fruto del suelo andaluz…
como tus versos de luz,
Barbadillo,
primos de la soleá…
¡Ese cantar tan sencillo
que nadie sabe cantar!

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          José González Marín hizo el epílogo al libro, “Rincón del Sol”, del poeta y bodeguero  de Sanluqueño, Barbadillo, con estilo literario del siguiente tenor, que demuestra, amén de su cultura como amaba a su tierra andaluza el “poeta de poetas”:

         “La lectura de estas páginas deja en el ánimo la ilusión de haberse adentrado       --- ¿unas horas, meses, años, media vida?--- en el paisaje y en alma de Andalucía, la tierra fascinadora, la de las emociones y sugestiones inagotables...

         Todos los poetas, todos los artistas de todas las épocas y generaciones, cantándola..., y ella inspirándoles, eternamente, cantos, poemas, imágenes y sensaciones nuevas, manantial  de una linfa inacabable para todos los sedientos  de belleza.

         Así este libro, que canta lo cien veces, lo mil veces cantado ---la parra, la copla, la reja, la guitarra, cuanto es  signo y expresión de este pueblo sutil, elegante, fuerte y lleno de gracia ---, no es disco que repita melodías  de viejo sonsonete, sino expresión
---e impresiones--- de acento personal, con colorido de paleta propia.

         A mí, que si algo soy y represento en mi arte, acaso lo deba a ser como la voz de Andalucía, voz que vive y vibra para cantarla, por fuerza ha de clavárseme con profunda herida gozosa en la sensibilidad, toda palabra que sea bella expresión y canción nueva de esta tierra bendita.

         Que al fin, palabras son son  el cuerpo inmaterial, la materia inconsútil del arte para el que alieto...

         Y por eso, entre los lectores a quienes este libro ha de deleitar y conmover en admirativa complacencia, había de ser yo el primero en el elogio de sus muchas bellezas y uno de los más complacidos”.

                                                                                JOSÉ GONZÁLEZ MARÍN