miércoles, 14 de noviembre de 2012

DEMOCRACIA Y JUSTICIA


                                              

            Se dan en la historia de la humanidad multitud de ejemplos cuya, elocuencia simbólica,  nos invita a reflexionar, desechando, eso sí,  partidismos preconcebidos e irresponsabilidad intelectual,   sobre cual es, en realidad de verdad,  el sistema político más adecuado para el  buen  gobierno de los pueblos. Ya digo, hay multitud de hitos metafóricos al respecto pero, como una muestra por miles, he elegido un pasaje evangélico: El Juicio a Jesús por  Herodes y Pilatos y, ello, por la relación legendaria que el último, y su esposa, Claudia Prócula (única  defensora de Jesús en el Juicio deicida), tuvieron con la Cartima romana (Refcia. mi  libro: “Cártama histórica. El juglar y la Virgen Peregrina, Edc. San Pancracio)). Y,  también, porque el acto final del Juicio  más transcendente de la humanidad, fue ante una multitud humana, “el pueblo”, que  “hizo justicia”  con un  definitivo veredicto sobre el Justo: Muerte de cruz.

            Pilatos, “habiéndose cerciorado que era de la jurisdicción de Herodes, lo remitió a Herodes que estaba también en Jerusalén por aquellos días...” “Herodes, juntamente con su guardia personal, lo despreció, y burlándose de él, le puso un manto muy vistosos y se lo devolvió a Pilatos... antes enemistados ambos (Herodes y Pilatos),  se hicieron amigos”(Mt)

            Pilatos convocó a los jefes de los sacerdotes, a los hombres de relieve  y al pueblo, con un claro empeño “asambleario”, cual se dice hoy. También había un preso famoso llamado Barrabás, “que era ladrón... encarcelado junto con los sublevados que habían cometido un homicidio  en la sublevación. Y subiendo la muchedumbre, empezaron a pedir se les concediera lo de siempre (Mt) Pilatos le preguntó al pueblo allí presente: “Tenéis por costumbre que os de libertad a uno con ocasión de la Pascua (Jn). ¿A quien queréis que ponga en libertad, a Barrabás o a Jesús el llamado Cristo? (Jn)? Entonces recibió un mensajero con una nota de su esposa, Claudia Prócula (natural de Cartima): “No te metas con ese justo, porque he sufrido mucho hoy en sueños por su causa (juicio) (Mt)

            “Los jefes... persuadieron a las turbas  para que pidiesen  Barrabás e hiciesen perecer a Jesús”  (Mt) El pueblo gritó enfervorecido siguiendo el dictamen de sus jefes: “¡A Barrabás, a Barrabás, a Barrabás...!”  Pilatos, una vez más dijo que en el interrogatorio no había encontrado a Jesús culpable de delito alguno. La chusma: “¡Suelta a Barrabás...”, que era un asesino. De nuevo Pilatos proclamó la inocencia de Jesús y, a renglón seguido, preguntó de nuevo a la plebe: “Qué hacemos pues de Jesús...” y, así, hasta una tercera vez, pero la masa, gritaba: “Crucifícalo, crucifícalo, crucifícalo...”.

            Hace dos mil años que Jesús fue crucificado en el Calvario: dos mil años que la humanidad recibió su mensaje de amor, tolerancia y  justicia. Tras Él vinieron infinidad de sistemas políticos, unos llamados democracias (orgánicas o populares), dictaduras de autócratas y del proletariado, y, una a una, han ido cayendo, sencillamente porque no tuvieron en cuenta el precepto indispensable: El Amor y la Verdad que son Justicia.

            Hoy España, y otras naciones,  se debaten en una grave crisis. El mundo dejará de soportar cíclicas crisis cuando los hombres dejen de ser una masa informe echada en manos de los alarifes de la política, y rescate como resorte de convivencia  un sentido poético de la vida; una postura más respetuosa y coherente con lo espiritual, con la naturaleza, con la gratuidad de la existencia, con la esperanza en Dios, única certeza  de permanencia cósmica del ser humano.