11 de julio de 1.936. La Patrona de Cártama, Nuestra Señora de los Remedios, en los brazos del eximio
rapsoda cartameño, José González Marín, ha cruzado los océanos y se dirige desde el Brasil a Argentina, vía
Uruguay. El Presidente de esta república, acude a un recital del aedo hispano y,
dicta un sentido discurso a la Virgen de Los Remedios
llegada de la Madre Patria ,
entregándole una bandera nacional en señal de exvoto y confraternidad a través
de Cártama.
En España
se encuentra ya perfilado el golpe
militar. El “Dragón Rápide” contratado en Inglaterra por el banquero mallorquín, Juan March, vuela hacia
a Canarias para trasladar al General Franco a Marruecos. Mientras tanto, en Llano Amarillo se pone a
punto todos los detalles bélicos del ejército mandado aún por los
Generales, Romerales y Gómez Morato, quienes por negarse a secundar el alzamiento, fueron Juzgados y ejecutados el
mismo 17 de julio; Franco aún no llegaría de Canarias hasta el día 19.. Los
legionarios en los cuarteles cantaban el “Himno de la muerte”. Las arengas eran
proclamas de guerra.
12 de julio. Siguen las fiestas en Pamplona y, en su
despacho, Mola coordina el alzamiento aturdido por el jolgorio callejero. Última corrida de toros de Antonio Pérez
Tabernero, que lidiaron “El Estudiante”,
“Rafaelillo”, Curro Caro y Pericás. En los tendidos sigue el enorme gentío haciendo la ola: “El
vino que tiene Asunción, ni es tinto ni es blanco ni tiene color...”
En Madrid
cae asesinado ese 12 de julio, el
Teniente de Asalto, socialista, José Castillo. De inmediato su íntimo amigo, el
Capitán Conde de la Guardia Civil ,
decide vengar su muerte y piensa hacerlo en Gil Robles pero, al no encontrarlo
en su casa, van por José Calvo Sotelo,
al que un tal Cuenca le da un tiro en la nuca cuando con otros números
lo llevaba a la Jefatura
de Policía; dejan su cuerpo en el
depósito de un cementerio confundido con otros muertos. El día 13 en el Ferrol (después
Ferrol del Caudillo) se lidian toros de la Viuda de Féliz Gómez, por los hermanos, Manolo y
Pepe Bienvenida.
Ante las
crecientes protestas por la muerte del Jefe de la oposición parlamentaria,
Calvo Sotelo, Prieto declara: “Es preferible una guerra, a que sigan los
asesinatos”. El ejército ya estaba en ello; tenía dispuestos al efecto
unos 20.000 hombres de élite, en Marruecos. Se rebelan la noche del 17 de julio en Melilla. La sangre empieza a
correr imparablemente: España entera en los frentes y en retaguardia está con
las armas en las manos, hermano contra hermano, padres contra hijos...
En las
plazas de toros, se cierran los paseíllos cantando, en un bando, el “Cara al
Sol” brazo en alto la plaza entera y, en
el otro con la
Internacional , los tendidos en pie puño alzado.
Himnos de
guerra entrelaza sus ecos con los elés en los redondeles de la muerte de un
pueblo loco, loco, loco.
Los niños
sustituyeron, ajenos a la enorme
tragedia que se cernía sobre sus inocentes cabezas, los cantes de la rueda por canciones llegadas
desde las trincheras de uno y otro bando:
Arriba, parias de la Tierra.
En
pie, famélica legión,
Atruena
la razón en marcha,
Es
el fin de la opresión...
***
Si
me quieres escribir
Ya sabes mi paradero
En
el frente de Madrid
Primera
línea de fuego...
Y, a
todo esto, unos y otros, ¡qué demostraron?