sábado, 10 de noviembre de 2012

RESPUESTA A LA CRÍTICA DE UN POLÍTICO



            “Tus  recientes  críticas están tomando  tinte antidemócrata”; no me dijo facha porque él es un miembro del  PP de Cártama, sino a saber. Cuando le sugerí, que él como “demócrata” me  replicara en algún medio, vino a decir: “Yo ni leo los periódicos ni escribo en ellos”. Le llama (le llamamos) democracia a un régimen en el  que se distorsiona la historia olímpicamente, engañando a las generaciones  y cuyos representantes los elige el pueblo en listas cerradas, lo que, sin réplica posible lo convierte en una chabacana partitocracia.

            Yo sí leo y, escribo como cronista en esta villa y como colaborador desde el año 1.968 en toda la prensa provincial, con más de 1.500 artículos  publicados y varios libros escritos, y me juzga  quien declara no leer  ni escribir (no aclara si es porque no sabe).

            Sigo leyendo la prensa nacional, en lo que estaba cuando el antes mentado me llamó para la memez que queda dicha.

            Las lecturas de la prensa, a veces entre líneas, me llevaron a  la siguiente reflexión y consiguiente conclusión personal: En España seguimos una deriva directa hacia  la DECADENCIA. Ciertamente es este un país de enormes potencialidades intrínsecas, pero, la codicia desmedida, el egoísmo excluyente de unos y otros,  y la falta de visión de futuro de nuestros políticos (no hay uno solo (a) con visión de Estado entre ellos), son los torpes “valores” que ofrecen a una ciudadanía confundida y nihilista hasta el esperpento.  Somos el hazmerreír del mundo.

            España, si no lo es ya, va camino de ser  una nación “de paz, seguridad y libertad para los ricos”. La agricultura, filón natural de la riqueza de todo país, se está destruyendo de forma suicida, y el sector social que vivía de ella, empobrecido como nunca. Se destruyen irresponsablemente de forma sistemática enormes masas de bosques y sus derivados directa o indirectamente (medio ambiente, régimen pluviométrico, sostenibilidad climática). Las pequeñas empresas están prácticamente acabadas y las medianas llevan el mismo camino. La avaricia, a veces punible,  es ostensible con total falta de escrúpulos en políticos y profesionales.  La falta de competividad encarece nuestros productos de cara a mercados exteriores, pese a que nos venden que nuestras exportaciones aumentan. Se desperdicia enormes energías de los trabajadores guiados por sindicalistas de mentalidad pesebrera y talante decimonónico. A los pobres cada día se le hace la vida más difícil, hasta el extremo de que el suicidio, ¡oh Dios!, constituye ya la única salida para muchos de ellos. La educación y la enseñanza llega  a  cotas de indigencia por encima de la mayoría de los países; y los padres, con un  viciado y falso concepto de lo “progre” inducido por  los medios en manos de los políticos, han perdido su autoridad sobre los hijos, cosa que por primera vez quizás, aparece en la historia de la humanidad. Los sin hogar entristecen las calles de nuestros pueblos. Se eleva a derecho protegido por la ley el aborto que es un asesinato de niños indefensos convirtiendo en matadero el propio seno de sus madres. El sexo, en vez de ser algo íntimo e inefablemente  bello y realizante, ha derivado una relación  promiscua y animal. La adicción a las drogas se inicia, en muchos casos, en la propia escuela. La violencia física y verbal lo inunda ya todo. Y, todo ello, como consecuencia de una desmesura e inselectiva adición a la Televisión, a la que insisto, mueven los políticos a tenor de sus intereses partidistas.

            Y, encima de todo ello, si uno tiene el arrebato lícito de criticar este estado de cosas que acaecen bajo los pendones de un régimen llamado democrático, le sale al paso un gilipoya   como el arriba mencionado a decirle que eso no es de demócratas. Y ese énfasis, no sólo de este tal sino en una inmensa mayoría del mismo jaez,  en la que a diario se conculcan  derechos fundamentales protegidos por La Constitución y por la Declaracckión Universal de los Derechos Humanos.

            No le preocupa a este “esnortao” y compañeros,  amén de lo dicho, que  referido ya a Cártama, en una encuesta nacional sobre la calidad de vida de los pueblos españoles, el nuestro  aparezca el sexto de España por la cola y, el último de nuestra provincia.