La ingratitud de los pueblos con los hijos ilustres que le dieron fama y personalidad, e incluso referencia noble durante su vida y en la memoria histórica, sigue siendo hoy, si acaso más acusada, una triste realidad que pone de manifiesto la pequeñez intelectual de estos tiempos. A continuación, el testimonio de un escritor estudioso de esta lamentable distonía histórica.
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No hace mucho, en este mismo diario, escribía sobre un
malagueño ilustre injustamente olvidado, se trataba de José Carlos de Luna que
ni siquiera tiene calle dedicada a su memoria. Pues bien, encuentro que un 8 de
noviembre de 1960, en la columna de Sol a Sol, aparece -resumo- el siguiente
texto:
«Sabemos que Málaga es cuna de poetas. ¿Por qué no se evoca algo del vate José
Carlos de Luna y se erige una estatua en dicha plaza -se refiere a la de Las
Flores- alegórica al Piyayo?. Sería hacerle justicia por la fama que le ha dado
a Málaga este personaje que aunque gitano también, me refiero al Piyayo...».
Sigue la nota en los siguientes términos: «También se puede hacer lo propio con
el gran recitador González Marín...». Ya ha llovido y ni a El Piyayo, personaje
universal y creador de un cante que hoy llevan en su repertorio todos los
artistas flamencos, ni a José Carlos de Luna con su poema, ni a González Marín
el Faraón de los Decires, se les ha hecho justicia
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" A nuestro insigne paisano, Pepe González Marín, no sólo no se le ha hecho justicia, sino que en su propio pueblo, que tanto le debe, se ha hecho tremenda injusticia con su memoria. Aunque, en honor a la verdad, su imagen y valía personal y artística han quedado total y rigurosamente restauradas gracias a afortunadas semblanzas del conocido escritor y periodista, Francisco Baquero Luque"