viernes, 30 de abril de 2021

 

Portada del pasaporte del José González Marín cedido en Córdoba. Por  esa provincia actuaba como                                                               final de su turné por toda España 

LA FAMOSA PROCESIÓN DE LA VIRGEN LOS REMEDIOS  DE CARTAMA        (Lo que este año no ha podido ser completo)

Es hoy necesario recordar, que González Marín lleva años en la Casa del Padre  y,  no necesita en absoluto de Cártama; es Cártama la que necesita (¡¡y cuánto…!!) de la memoria bienhechora y famosa  de González Marín. Cónstenos esta rotunda verdad.

ALEGORÍA DEL TESORO MÍSTICO QUE TENEMOS POR ÉL.

***

Las  campanas agoreras   de Cártama famosa,

fueron siempre heraldos centenarios  del tiempo,

cuando lanzan  al aire sus repiques de gloria

cada veintitrés de abril   desde siglos lejanos.

Repiques  de campanas que  espantan a  vencejos y palomas

que raudas cruzan el espacio cual saetas voladoras;

es el día mariano que celebran con unción

miles de devotos nativos y peregrinos.

 

Es el día de una Virgen morenita y chiquita,

que mora en el por Ella nombrado “Santuario de la Hispanidad”.

Durante el desfile procesional, una   bulliciosa turba de zagales

rodean jubilosos a Miguel “El Morenito”, pirotécnico,

que va lanzando al aire   cohetes  y ruedas con  petardos.

 

  Tras el trono, el cortejo con   el cura revestido y el Concejo.

¡¡Es la procesión de la “Virgen de  los Remedios”,

patrona de Cártama, regalo, con su santuario, que nos hicieron

 los Reyes Católicos!!.

Apiñados van  los devotos con sus cirios  encendidos,

En testimonio de fe en la Virgen pequeñita y milagrosa.

 

En doble fila la procesión  ya está en la calle

y aún dentro del  entrañable  Templo,

emocionados y orantes, quedan romeros.

 

La cruz parroquial sale escoltada por fieles  del lugar sagrado

para unirse en su marcha  al cortejo

y, un ¡¡Viva la Virgen de los Remedios…!!

humedece de piedad  los ojos

de la multitud de  gente que integra el religioso desfile .

 

Por fin,  la Virgen en su trono gana la calle

a hombros de hombres y mujeres,

y la tradicional plaza, hoy destruida, se enciende de bengalas

que desde los balcones son  como exvotos de fuegos en cascadas.

 

Se oyen musitadas espirales de oraciones

Entre el aroma bíblico  del incienso,

Y las  místicas   campanillas   del  Trono tintinean

mientras andando hacia atrás cara  a Ella muchos,

devotos portan   grandes velas  cuya luz trepida;

ellos son notarios de milagros  que la Virgen hizoles

que en silencio íntimo  expresan con sus hachas llameantes.

 

Un silencio  de velas  en sendas filas  recorre el itinerario,

y el niño de la mano de sus padres nos recuerda

con Jesús que de  ellos  “es el Reino de los Cielos”

lo que  los hombres por  egoísmos insanos tenemos   olvidado.

 

En fechas aciagas, que bien recuerdo,

las madres y las novias pedían a la Virgen

por quienes  luchaban en lejanas trincheras

y,  las “madrinas de guerra” , oraban por  el soldado  “ahijado”

a la Virgen tan presente porque ELLA

en los brazos de un juglar piadoso

por allende  la mar océano navegaba

hacia el lejano continente que Colón nos legara,

y peregrina de excepción huyendo de la quema aviesa,

a aquellas repúblicas hermano con la Madre Patria

donando  cada uno de sus mandatarios banderas  como prenda

 que orlaran siempre los muros del “Santuario de la Hispanidad”.

 

Al ya cansado anciano al que los años curvan,

Al verse cara c on su Virgencita, unas lágrimas le chorrean

que, con disimulo, enjuga con  los pliegues del pañuelo

mientras a la Virgen mira  suplicante y esperanzado.

 

Los  veintitrés de abril de cada año, todo el pueblo

creyente, en reatos de devoción acude a la  procesión,

  engrosando  el bendito devenir  de siglos y siglos de tradición.