Ribera sabe elegir candidatas. Y, además, es abogada de pro y tertuliana mesurada.
Dos partidos de nuevo cuño,
Podemos y Ciudadanos, han despertado la
esperanza de redención nacional; pero, de aquel, poco queda ya digno de contar después
de las cantadas de “casta” y corrupción clara, que nos ha dado y da; la única
oportunidad que le queda a Podemos es cultivar ese segmento electoral (mayor o menor) despechado del bipartidismo, que ven en ellos (¡serán ilusos!), la
solución a tanto despropósito de PSOE y PP, verdaderas máquinas de esquilmar al
pueblo en su propensión recaudatoria en
aras de su afanadero propio, sin sustraerse, para ello, a los más viles métodos
de corrupción jamás vistos en nuestra historia. Es Podemos la opción cavernaria del
momento porque, cavernícolas y más aún
embusteros y ladrones, dicho sin ánimos de ofender a nadie, siempre los hay entre cuarenta y siente millones de habitantes que
tiene España.
El nombre “Ciudadanos” (referido, ya digo, a uno de los partidos ha poco emergidos a escala nacional), tiene ecos que
pone un tanto de esperanza en la desesperanzada ciudadanía española --absolutamente
colonizada en todos los órdenes del vivir el día a día-- por los partidos elefantiacos y sucedáneos que,
hasta ahora (se dice que con visos de cambio en las elecciones a llevar a cabo
hogaño), han conformado, para desgracia patria (está visto y comprobado), la clase política que nos ha venido gobernando?;
clase política que, descaradamente, se
ha prevalido de todos los poderosos resortes del Estado para la creación de opinión
y conciencia de la masa popular, de forma conveniente a sus mezquinos intereses personales y de
partido. De tal guisa espuria y antidemocrática, que se han prevalido, y
prevalen para ello, hasta de la
formación escolar; así han dibujado una sociedad sometida a sus corruptos
designios. En Andalucía hemos visto hasta qué grado de degradación, que se
sigue votando a los que durante treinta y cinco años nos han venido robando y
mintiendo descaradamente --¿contribuirá Ciudadanos con su voto, prestado,
a que continúe este mastodóntico entuerto a una “ciudadanía”, ayudando a “gobernarla”
a los corruptos? . Y no llegan dichos
corruptos programados a exigirle al pueblo
el derecho de pernada, porque sus naturales inclinaciones son de pesetas
(ajenas) y no de braguetas y bragas. Por eso, el nombre Ciudadanos en un partido
político nos suena bien: ¡ojalá sean coherentes con el enunciado! Pronto lo
vamos a ver. El partido de Pablo Iglesias va a pagar el costo de su insolvencia ideológica u de sus constantes rectificaciones incompatible con la imágen de jóvenes odealistas que han querido dar y, se han revelado como una opción de extrema izquierda que no encaja en una sociedad democrática como la auropea, en la que se inserta España.
Hasta ahora, el partido de
Alberto Rivera se mantiene en una velocidad de crucero, sin cometer errores de
bulto en sus apariciones públicas y, al
parecer, sin crisis internas y sin que se le conozca garrapiña de lo público.
Sí, teóricamente, una esperanza.