El año que
corre, 2.015, está siendo, y seguirá siéndolo, un año transcendental para España que, según todos los
auspicios, va a determinar nuestro
futuro al menos durante una década, o bastante más:
Han irrumpido con fuerza nuevas
fuerzas políticas que, dados sus embozados y poco claros programas (alguno ni
los tiene y concurre a elecciones con el truco de diversificar su
nomenclatura partitocrática), oscurecen
el futuro de esta siempre sufrida patria nuestra que se llama España. Según la Constitución vigente
(art. 2) “La Constitución se
fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible…”, que algunos, dictadores minoritarios
embozados en falsas historias, se vienen
saltando, impunemente, a la
torera con la pasividad de un gobierno que está, según las misma norma, para cumplir y hacer cumplir las leyes. .
Tal afloración en almáciga, como
ortigas en muladar de nuevas formaciones políticas, ha sido posible por la
generalizada corrupción que invade a los partidos y las instituciones de España
--a una dictadura tiene que suplirla un Estado de Derecho real, sino el Estado,
como estamos viendo, deviene en un “patio de Monipòdio”-- que, por desgracia,
ha calado en el tuétano del cuerpo social; al extremo, de que a la hora de
votar poco se tiene ya en cuenta que el
partido de preferencia esté enfangado en la más nociva corrupción hasta las
orejas, caso de Andalucía. No se vota “a favor de” sino, “en contra de “. Esa corrupción está haciendo más daño
que la de los poderes públicos, que ya es hacer. Estamos sin duda en un clima
turbulento, aunque nunca hemos de perder de vista un rayo de esperanza,
una catarsis regenerativa
positiva, pero que no podrá suceder éste, sino todo lo contrario, de la
mano de los consabidos y bolivarianos (manda huevos) partidos como Podemos.
En efecto, vivimos sin duda el
año más complejo de la democracia (o lo que sea), y en este alboroto de
arribistas y vividores los ciudadanos sensatos han de hacer oir
la voz de la cordura, el patriotismo (sí, patriotismo ¿qué pasa…?) y la lealtad
a principios inalienables. Un modelo de sociedad nuevo si queremos, pero no volver a lo viejo de sistemas
anacrónicos que no han traído al mundo más que pobreza y miseria, guerra y
muerte, o a unos sucedáneos tercermundistas “esnortaos”. Y, este panorama es el que la ciudadanía ha de afrontar
con entereza. Y esas grandes y necesarias decisiones se han de tomar en democracia por todos en
las urnas, si no queremos que lo hagan los “salvapatrias” o los “esnortaos” de
turno.
Si un pueblo olvida que, como
decía Colmeiro, el objetivo del poder es el bien, su medio el orden, su
instrumento la ley y su esencia la justicia, ese pueblo está en la ruina moral
y pragmática. Es un subpueblo en los lindes de la prehistoria.
En definitiva, si no fuera por la
maldita ambición, el ventoso orgullo, la macilenta avaricia, la hueca vanidad o
la rubicunda soberbia, sería obligado imponer a cada ciudadano el penoso deber
de ocupar cargos n públicos. Y, los más gandingas se pelean por ocuparlos, lo
que lo explica todo. Más claro no se decirlo.
SEGUIRÄ. Y hablaremos de PODEMOS y sus adláter, "El follonero" y Francisco Garrido, que le imprimen carácter a este partido en la localidad. Su retórica es la calumnia, la injuria y el insulto soez. Como no podía ser de otra forma en una franquicia bolivariana.