Alberto Rivera, de Ciudadanos, ha dicho a Susana Díaz que condiciona su apoyo a que dimitan de sus cargos Griñán y Chaves. De Griñan no sabemos si es factible obligarle, pero, Chaves, ya ha alegado que su trayectoria (¡lo que hay que oír!) es más transparente que un cristal de Bohemia; y que él tiene acta de Diputado en regla y a su nombre (por ende está aforado) y va a seguir en sus treces (en su puesto) hasta final de Legislatura en virtud de ello.
Eso platea a Alberto Rivera un acusado dilema frente al electorado cara a las generales: O se caga en su palabra y queda por embustero, o de ninguna manera ni fórmula puede apoyar a Susanita.
También se ha buscado otro dilema con el PP, al que para apoyarle exige caras nuevas. Al parecer gente con menos de 37 años, atléticamente conformados y de faz agradable a la vista.
Y, como tercero en discordia, el diario El PAIS sale diciendo hoy que los partidos de la oposición debieran dejar de gobernar a Susanita que, por otro lado, no ha hecho ni el huevo en el tiempo que lleva gobernando Andalucía, la región más empobrecida de Europa y con más paro de casi todo el mundo. Pese a ello, escuchen ustedes los discursos de Susanita: No necesita abuela...
Sí, España tiene un dilema con unos y otros.
Y, otra cosa quiere ahora Rivera: Que no duerman en una habitación más de cuatro familiares. Al parecer no ha prometido el derecho de pernada porque esos menesteres de cintura abajo no entran en sus cálculos.
Y, ¿donde dejamos las últimas ocurrencias de Podemos? Ya hablaremos.