sábado, 30 de mayo de 2015

DICEN LOS QUE SABEN DE POLÍTICOS

                        
            Y, éste, sabe bastante; hoy miembro de número de la Real Academia de la Lengua Española, fue: Corresponsal de  Guerra desde su temprana juventud;   le vio los harapos a la muerte día a día en varias guerras,  sin más argumentos ni  credenciales de urgencia que una tarjeta plastificada del diario para el que escribía colgada en sitio visible de su anatomía, una cámara fotográfica, un blok de notas y, una portátil para teclear en breves espacios de tiempo entre chiflidos de balas y gritos de angustias y dolor de chavales clamando a la madre o a la novia, agazapado, cuando tras  loca y  zigzagueante carrera dejaba de sortear cadáveres de una florida e inocente juventud (¡malditas guerras!),    tras un balate del terreno, si era a campo abierto, o, entre las ruinas de un bombardeo si la “diversión” tenía lugar en la ciudad convertida en campo de batalla por los designios (desde  sus confortables despachos arrullados por una eficiente secretaria) de unos hijos de puta políticos, que diría él (yo…, lo que leo);  y así, escribiendo crónicas de guerra a lo bestia hasta que las patillas y la perilla le empezaron  a blanquear. El ronroneo constante de las balas producen miedo del gordo y, el miedo, blanquea las pelusas muy pronto. De tal guisa, y sin poder dejarlo para luego (¡menudos son los Redactores jefes  pidiendo sin parar  noticias frescas del “fregao”!), escribió  sus crónicas durante muchos años: Kosovo, Irak, Guerra del Golfo, etc.etc. ¿Quién no leyó antaño las crónicas de guerra de Arturo Pérez Reverte al que, aquí, me vengo a referir?

            Después  sus novelas históricas como “El Capitán Alatriste” y otras de distinto temario: “El tango de la Guardia Roja”, “Perros e hijos de perra”….y sus artículos semanales en el Suplemente de ABC y SUR, junto a otros de José Manuel de la Prada y del andaluz Carlos Herrera. Todo este bagaje y estilo singular  llevó a Arturo Pérez Reverte a ser numerario de la RAE.

            Pues bien, según publicó la Agencia EFE el día 24 mayo 2.015, obtenido de su archivo, cuando Pérez Reverte presentaba en Cádiz su otra novela, “Hombres buenos”, dijo refiriéndose a los  resultados de los últimos comicios cosas  de este tenor. “…Esos políticos superimputados que hayan salidol casi igual que antes demuestra la baja calidad moral en que los españoles están viviendo”; que al ser ahora tantos los concurrentes que han obtenido mando en plaza, o lpos van a obtener,  les costará más ponerse de acuerdo para robar.

            Y continua: “La decencia debería ser imprescindible para cualquier político”; “todavía hay en las listas electorales sinvergüenzas, supergolfos conocidos y notorios…” y ha sido votados.

            Y prosigue: A veces tenemos la basura porque esa basura sale de nosotros mismos” Esta novela me ha reafirmado (yo ha tiempo que estoy en ello y lo vengo diciendo)  en la idea de que sólo la cultura nos salva. En tiempos como estos de basura indiscriminada, de falsos profetas, de lobos disfrazados de corderos, únicamente el criterio de la persona culta, el jóven que se educó desde niño con un buen maestro, en el criterio y en la cultura, permite salvarse”.

            Y añade: Europa y occidente se han ido al diablo. Aquí hay una degeneración colectiva (colectiva, la masa, la gleba) sin salvación”, aunque cree que “la gente buena aún tiene mecanismos de salvación que son los libros y la cultura (cultura, digo yo, viene de lectura),que aunque ya no puede evitar la tragedia nos puede ayudar a sobrellevarla”

            Y sentencia con más razón que un santo: “Los hombres buenos hoy en día son los maestros (bueno, los maestros no ideologizados que no envenenan a los alumnos). El maestro con un buen libro en la mano, con amor a su trabajo, no mercenarios de la tiza,  sino que intenta hacerlos críticos, lúcido y sabios”. El mundo, y España, necesita de patriotas, de patriotas culturales.

            El académico  también ha defendido el poder de la cultura como filtro necesario del individuo para discernir. Y termina: “El problema de Internet es el exceso de información y la falta de elementos discriminatorios. Tanto cuenta el peso de Belén Esteban, de Kiko Rivera que el de Vargas Llosa, Pérez Reverte o el de Javier Marías. No hay un filtro que diga esto es interesante y esto es basura”


            Así ha hablado sobre un candente problema de España  un sabio en letras y en cosas de la historia y de la vida.