jueves, 4 de abril de 2024

 

EL AMOR Y LA MUERTE (Quimeras del alma)

(Me honro en dedicar este  humilde poema  a don Francisco, cura  Párroco de Estación de Cártama gran consolador de almas afligidas)

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He sido un amante idólatra

 Con amor de pasión desbordada

Y un responder tuyo propicio

Cual salvajes aleteos de alondras.

Y ¿por qué  la tarde me trae tus recuerdos?

¿Quizás  porque en la tarde era el idílico paseo

En el que descubrí en ti  el amor de mis sueños

Cuando la tarde  roja invitaba al beso?

Estaban tus ojos como ocasos en silencio

Y un gnomo contemplaba  mi amor y el tuyo…

Pero ¡oh pena!, el tiempo  se paró en seco

Y te fuiste por los senderos del cielo

Para nunca más volver,

Y yo inclinado sobre tu corazón

Escuchaba  llorando el aliento de la noche

Cuando la hora de tu muerte conocí,

Lo único, rectamente pensado,

A lo que vida eterna  llamarle

Que es la que tienes tú hilando en la rueca

Acompañando  a la Santísima Virgen

(Madre de Dios) de los Remedios advocada

Cuando de pronto me oirás decirte:

“Amor mío ven aquí que también

Me ha llegado la hora de la muerte…

Y  tú, en la otra orilla de la Laguna Estigia

Me esperaras que yo llegue en la Barca de Caronte,

Y allí nos abrazaremos  para vivir juntos siempre…

Y otra vez temí que todo fuera la quimera que me obsede.

Pero no era tal quimera, sino otro milagro

De los que en mi larga vida me hizo la Bendita

Virgen  de los Remedios de nuestra CARTAMA.