A ELLA
Para ser mí
esposa
yo busqué una
mujer
que de mí madre
buena
metáfora dulce
fuera.
Dios me la puso
cerca
y 74 años mí
compañera fue
en las gratas y
en las adversas
y, en todo caso,
a mi vera
estaba con su
angelical sonrisa
que el Ángel de
la Guarda
siempre me
pareciera;
y, compañera
motivadora
de valor en mí
dura brega,
como yunque en
donde
por ser el hijo
mayor,
todos los
martillazos pegan;
pero ella
siempre, mí lenitivo era…
y, se la ha
llevado Dios
¡Señor mío, que dura pena!