Son muchas las vivencias que podría contar de mi regular convivencia con ambos religiosos, lógicamente más asidua y entrañable, con Don José María Almagro, en una época que hay motivos para no olvidar: Él ofició mi matrimonio; siendo párroco se reiniciaron las procesiones de Semana Santa en Cártama (verdes y moraos) de tan efímera y lamentable existencia; los cursillistas de cristiandad hicieron una labor en beneficio de los emigrantes y pobres como jamás se conoció en Cártama, etc.etc.
Pero, todo ello, queda para otra ocasión en que pueda extenderme más.