Dedico el presente trabajo conmemorativo de una grandiosa efeméride (mariana e histórica) que atañe a toda España, a doña María Rosa Morales (concejala de cultura del Aytº de Alhaurín el Grande), a don Juan Andrés Vera, a don Gerardo Hernandez Les y, a don Antonio Fuentes Franco, con cuyo valioso apoyo moral he contado siempre en el empeño, en la medida que me ha correspondido como cartameño, de hacer justicia a la memoria del eximio artista y benefactor de Cártama, entre otras acciones que honró a toda España, con la sublime odisea mariana que aquí se recoge en parte.
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Dos veces
estuvo la Patrona de Cártama,
Nuestra Señora de Los Remedios, en sumo
peligro en alta mar con ocasión de su grandioso peregrinaje de año y medio (julio de 1.936 a últimos de
diciembre de 1.937) por las ciudades y pueblos de todas las repúblicas hermanas de Iberoamérica y New York, en olor
de devociones y cadencias líricas de su juglar y paje que la raptara del
peligro del fuego iconoclasta en una aciaga fecha de la historia de nuestra
Patria.
La primera, durante la ida al exilio en tierras
lejanas a bordo del trasatlántico, “Cabo Santo Tomé”, cuyo capitán
recibió un cable del gobierno de la
II República española, tres
días después de estallada la guerra civil, que
le ordenaba imperativamente el
apresamiento y retorno a España en
calidad de cautivo, del rapsoda, José González Marín, en cuya compañía y en la
de su ayudante escénico, Antonio López Plana, “Atoñico”, llevaban la sagrada Imagen en su singladura salvífica
al nuevo mundo siguiendo la ruta
colombina.
A la altura de Brasil, el
capitán llevó a su camarote al recitador cartameño y le dijo: “Tengo
orden de detenerte y retornarte cautivo a España. No lo voy a hacer. No lo
puedo hacer... Voy a simular una avería
para tocar en el puerto de Río Verde en Brasil a cuya altura estamos y, voy a dar unas horas al pasaje que quiera, para que baje a tierra. Aprovecha y sigue tu ruta con Ella por tierra hasta tu destino.
Con el atrezzo que siga “Antoñico” hasta La Plata
en Argentina. Que Dios y esa Virgencita milagrosa, que debes
llevarte contigo por tierra, nos ayude a todos...”
Lo demás, hasta la vuelta a España 17 meses después, lo describo en mi libro “CARTAMA HISTÓRICA. EL JUGLAR Y LA VIRGEN PEREGRINA ”
La segunda, se cumplen mañana 75 años. Desde New York, emprendieron el retorno a España
en un buque inglés, vía Gibraltar. A continuación, copio literalmente trozos de mi
antes citado libro, sobre este emocionante, singular
y bello episodio mariano ocurrido hace exactamente tres cuarto de siglo.
“...En dichas datas, el “trío peregrino” emprende en barco
--nuevamente altar náutico de la peregrina Virgen de los Remedios sobre las
olas de los mares-- el regreso, desde
New York a Gibraltar (por la lógica prudencia, dado que España
estaba en guerra), en donde arribaron el día 27 de diciembre de 1.93, pasando
después a España a través de la
Línea de la
Concepción ”.
... Al “trío peregrino” le cogió
las navidades en alta mar en medio de una enorme y temible tempestad,
lo cual, según contaron siempre el rapsoda y
su ayudante, no fue óbice para que, tanto pasaje como marinería no ocupada, le cantaran
a la Virgen María del Remedio -- preciosa
compañera de singladura en medio de una horrible tempestad que zarandeaba el barco como la cáscara de una almendra-- villancicos
políglotas salidos del alma y asonados
más por el miedo que por la maestría lírica
de los coros. Algunos de dichos villancicos eran del repertorio poético del
juglar; uno de ellos, por aportar un ejemplo, de Lope de Vega, con adiciones de puño y letra
del propio rapsoda que para su recitado le había añadido de su puño y letra
trozos de los que en la Navidad cantaba el pueblo:
“Antoñico”, inspirado por el
canguelo que le producía el tronar de
las olas contra el maderamen del barco, cantaba un villancico, o lo que fuera, que, según me decía años después, no sabía
donde ni cuando lo había aprendido:
“El que no sepa rezar,
que venga por
estos mares
una
noche de diciembre,
y
verá que pronto aprende
sin
que se lo enseñe “nadie”...
“Sobre el ánimo de los
nautas cartameños gravitaba durante la travesía de regreso a la Patria Chica , y pese
a la gloriosa odisea que estaban finalizando, una gran preocupación: ¿Qué
habría pasado realmente en Cártama durante el año y medio qye habían estado
ausentes? Sabían que sus paisanos se
habían matado unos y otros, pero ¿cuántos? ¿Quiénes? ¿Sería cierto que al cura párraco, Martín Serrano, que les
entregó la imagen, lo habían matado y no
podría ver su regreso...? Un denso manto de malos agüeros se cernían día y
noche sobre sus ánimos, lo que hacía el camino de retorno más angustioso y
tenso, si cabe, que el de la ida...
Si
ciertamente nadie, creyente o no, queda indiferente ante el profundo
significado emocional, histórico y humanista
de estas fiestas, para Cártama
que fue escenario de una aventura mariana tan ligada a estas fechas, tendrá
siempre un añadido motivo de primera magnitud.
1ª
2ª
3ª
Foto 1ª, El Príncipe de Asturias, don Alfonso de Borbón despide a la Virgen cuando abandona los paises caribeños de vuelta a España camino del Istmo.
Foto 2ª. Despedida de la Virgen en Centro América cuando emprendía ya viaje a New York. "Antoñico", aparece a la derecha del rapsoda que porta la Virgen en sus brazos.
Foto 3ª. En la Casa de España de New York, es obsequiada la Virgen con un órgano para tocar en sus novenas; desde allí retorna, vía Gibraltar, a España. González Marín aparece en el centro y, sentado, segundo por la izquierda, "Antoñico".