domingo, 23 de diciembre de 2012

NOCHEBUENA DE 1.937: LA VIRGEN DE LOS REMEDIOS, PELIGRÓ EN ALTA MAR


Dedico el presente trabajo conmemorativo de una grandiosa efeméride (mariana e histórica) que atañe a toda España, a doña María Rosa Morales (concejala de cultura del Aytº de Alhaurín el Grande), a don Juan Andrés Vera, a don Gerardo Hernandez Les y, a don Antonio Fuentes Franco, con cuyo valioso apoyo moral  he contado siempre en el empeño, en la medida  que me ha correspondido como cartameño,   de hacer justicia a la memoria del eximio artista y benefactor de Cártama, entre otras acciones que honró a toda España,  con  la sublime odisea mariana que aquí se recoge en parte.

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            Dos veces estuvo  la Patrona de Cártama, Nuestra Señora de Los Remedios,  en sumo peligro en alta mar con ocasión de su grandioso peregrinaje  de año y medio (julio de 1.936 a últimos de diciembre de 1.937) por las ciudades y pueblos de  todas las   repúblicas hermanas de Iberoamérica y New York, en olor de devociones y cadencias líricas de su juglar y paje que la raptara del peligro del fuego iconoclasta en una aciaga fecha de la historia de nuestra Patria.

            La primera,  durante la ida al exilio  en  tierras lejanas a bordo del trasatlántico, “Cabo Santo Tomé”, cuyo capitán recibió un cable del gobierno  de la II República española,    tres días después de   estallada la guerra civil, que le ordenaba imperativamente  el apresamiento y retorno  a España en calidad de cautivo, del rapsoda, José González Marín, en cuya  compañía y en la de su ayudante escénico, Antonio López Plana, “Atoñico”, llevaban   la sagrada Imagen en su singladura salvífica al nuevo mundo  siguiendo la ruta colombina.   

A la altura de Brasil, el capitán llevó a su camarote al recitador cartameño y le dijo: “Tengo orden de detenerte y retornarte cautivo a España. No lo voy a hacer. No lo puedo hacer...  Voy a simular una avería para tocar en el puerto de Río Verde en Brasil a cuya altura estamos y,  voy a dar unas horas al pasaje que quiera, para que baje  a tierra. Aprovecha y sigue tu ruta con Ella por tierra hasta tu destino. Con el atrezzo que siga             “Antoñico”  hasta La Plata en Argentina. Que  Dios  y esa Virgencita milagrosa, que debes llevarte contigo por tierra, nos ayude a todos...” 

  Lo demás, hasta la vuelta a España  17 meses después, lo describo en mi libro “CARTAMA HISTÓRICA. EL JUGLAR Y LA VIRGEN PEREGRINA

            La segunda,  se cumplen mañana 75 años. Desde New York,  emprendieron el retorno a España en un buque inglés, vía Gibraltar. A continuación, copio literalmente trozos de mi antes citado libro, sobre este emocionante, singular  y bello episodio mariano ocurrido hace exactamente tres cuarto  de siglo.  

            “...En dichas datas, el  “trío peregrino” emprende en barco --nuevamente altar náutico de la peregrina Virgen de los Remedios sobre las olas de los mares--  el regreso, desde New York a  Gibraltar   (por la lógica prudencia, dado que España estaba en guerra), en donde arribaron el día 27 de diciembre de 1.93, pasando después a España a través de la Línea de la Concepción”.

            ... Al “trío peregrino” le cogió  las navidades en alta mar  en medio de una enorme y temible tempestad, lo cual, según contaron siempre el rapsoda y  su ayudante, no fue óbice para que, tanto  pasaje como marinería no ocupada, le cantaran a la Virgen  María del Remedio -- preciosa compañera de singladura en medio  de una horrible tempestad que zarandeaba el barco como la cáscara de una almendra-- villancicos políglotas salidos del alma y  asonados más  por el miedo que por la maestría lírica de los coros. Algunos de dichos villancicos eran del repertorio poético del juglar; uno de ellos, por aportar un ejemplo,  de Lope de Vega, con adiciones de puño y letra del propio rapsoda que para su recitado le había añadido de su puño y letra trozos de los que en la Navidad cantaba el pueblo:  
                                                      

                         

 
                                                                                                                                                                    

            “Antoñico”, inspirado por el canguelo que le producía  el tronar de las olas contra el maderamen del barco, cantaba un villancico, o lo que fuera,  que, según me decía años después, no sabía donde ni cuando lo había aprendido:

         “El que no sepa rezar,
               que venga por estos mares
              una noche de diciembre,
                 y verá que pronto aprende
                    sin que se lo enseñe “nadie”...

“Sobre el ánimo de los nautas cartameños gravitaba durante la travesía de regreso a la Patria Chica, y pese a la gloriosa odisea que estaban finalizando, una gran preocupación: ¿Qué habría pasado realmente en Cártama durante el año y medio qye habían estado ausentes? Sabían que  sus paisanos se habían matado unos y otros, pero ¿cuántos? ¿Quiénes? ¿Sería cierto  que al cura párraco, Martín Serrano, que les entregó la imagen,  lo habían matado y no podría ver su regreso...? Un denso manto de malos agüeros se cernían día y noche sobre sus ánimos, lo que hacía el camino de retorno más angustioso y tenso, si cabe, que el de la ida...

            La Virgen tardó un mes más para llegar a Cártama, pues el escultor Paco Palma quiso recomponerle algunos desperfectos que lógicamente se había producido en su cara durante el ajetreado peregrinar de país en país. En otra entrega reflejaré la emocionante  entrada de la Patrona de Cártama en su pueblo tras año y medio de ausencia.

            Si ciertamente nadie, creyente o no, queda indiferente ante el profundo significado emocional, histórico y humanista  de  estas fiestas, para Cártama que fue escenario de una aventura mariana tan ligada a estas fechas, tendrá siempre un  añadido motivo  de primera magnitud.






Foto 1ª, El Príncipe de Asturias, don Alfonso de Borbón despide a la Virgen cuando abandona los paises caribeños de vuelta a España camino del Istmo.

Foto 2ª. Despedida de la Virgen  en Centro América cuando emprendía ya viaje a New York. "Antoñico", aparece a la derecha del rapsoda que porta la Virgen en sus brazos.

Foto 3ª. En la Casa de España de  New York, es obsequiada la Virgen con un órgano para tocar en sus novenas; desde allí retorna, vía Gibraltar, a España. González Marín aparece en el centro y, sentado, segundo por la izquierda, "Antoñico".