Son tiempos
en los que diariamente vamos de sorpresa en sorpresa a cual más carente de
lógica y sobrada de necedad y, la mayoría, guarnecida de mala uva del terreno
que, si se sometiera a pisa como la de los nobles y bíblicos sarmientos, en vez de vino sacrosanto, exudaría caldo
bordelés.
Esta misma
mañana, al despegarme del cajero de Unicaja, me aborda un tocayo políticamente
afincado en las filas de a pie del PP local (igual podría haberlo sido en el
PSOE o en Izquierda Unida, malages los hay en todos lados), disidente consuetudinario, del tajo, eso también y, de sopetón, el cabrito va y me espeta sin que se le
trastabillara la sin hueso:
--“Beato --sí, yo creo en Dios--, tenía ganas de verte: ¿qué me dices
ahora de los embustes de la Iglesia ”
Resulta que el mismísimo Papa dice que
lo de la mula y el buey en el Portal de Belén es una mentira
Le eché paciencia al evento
mañanero y, tolerantemente, sin mandarlo
a la caca por el impertinente
calificativo inicial, le respondí:
--El Papa lo que dice es que según el
Evangelio de San Lucas, La
Virgen al dar a luz depositó el Niño en un pesebre, y, muchacho,
los pesebres, que yo sepa, no se sirven para que en ellos coman las gallinas...
¿Tú me entiendes?
Me disponía
a seguir mi camino hacia el bar “El Lorito”
para tomarme el cafetito de cada mañana con mis amigos Lucas, Paco Viña Vieja,
José Manuel de Unicaja y otros, cuando, tocándome en el hombro el mentado
fulano vuelve a la carga contra el Papa
de esta guisa:
--Es lo mismo que dice el Papa sobre el
aborto, como si un feto fuera una criatura humana hecha y derecha.
Apurando ya los últimos residuos
de paciencia, y refrenando el exabrupto que pugnaba por salir de mi garganta,
le expliqué gráficamente:
--Claro, eso es igual que si alguien se dedica
a arrancar las flores a las matas de un melonar alegando que todavía no son
melones...
Con los ojos desencajados,
temblándole la barba de ira, me endiña arrastrando las sílabas:
--Tú lo que eres un ignorante que vas de
listillo por la vía... ¡Adiós sabihondo de leche...!
En ese instante los gnomos de la
inspiración maligna acudieron en mi auxilio y mientras estuvo a tiro el
hideputa de marras (honoris causa) le
fui desgranando, al estilo de Camilo José Cela (“Café de artistas”.- Biblioteca
de Literatura Universal, 1.993) sin que el gnomo me dejara ahorrar ni un epíteto
ni atemperar decibelios:
--¡Vago! ¡Tragaldabas! ¡Remangaenaguas! ¡Glotón
venido a menos! ¡`Tumbasartenes! ¡Zapirón”! ¡Misifú de peroles! ¡Pepero arrimao!
¡Zampaolla! ¡”Quiero y no puedo”! ¡Epulón de sobraduras! ¡ ¡Picha endeble! ¡Borrachón
de zarzaparrilla! ¡Magreaviejas! ¡Ay que me troncho¡ ¡Macandito! ¡Chiquilindongui!
¡Mamasopa! ¡Follapavas!...
--¡¡¡Me estás oyendo, gilipoya...!!!
No; ya no
me oía.
No me dejó
tiempo para “razonarle” la aleve
alusión que hizo a mis diferencias con doña Leonor, presidenta del PP de
Cártama (mejor sea el año), lo que ya haré, seguramente en breve. Ganas, ni justas razones, no me faltan. Pero cuando tenga escaner arreglado, será metiendo documentos elocuentes e irreplicables por un tubo. Aquí alguien miente, es esta señora y sus adlateres.