viernes, 21 de diciembre de 2012

DICTADURA DE LOS TONTOS E IGNORANTES.


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Escribe el presente artículo, CAMILO OLIVARES, Prelado de honor de Su Santidad. Apare en la página 16 del Diario ABC de fecha 21 de diciembre de  del año en curso.

Sobre el tema, con fecha 19 diciembre  también de este año, publiqué   en este mismo blogs un artículo titulado "LAS PALABRAS DEL PAPA Y LAS LUCES DE DIPUTADOS",  que hoy me producen enorme satisfacción porque lo avala en todos sus términos  el Prelado de Honor del Papa, en el suyo antes referenciado e insertado arriba.

Es que nuestros políticos (con las siempre invocadas excepciones, que las hay y serán la levadura de un futuro mejor) hacen gala de una pedantería y suficiencia cutre que  raya en el esperpento intelectual. Créense  estos (as) indigentes mentales, untados (as) de idiocia,  que con el sólo hecho de tener un carné, ya tienen patente, no solo de corsos (as) como vemos un día y el otro también,  sino de elegidos (as) sapienciales  por el Olimpo, y están por ese mero hecho cedular  en condiciones de dictar cátedra y achicar saberes  ajenos elaborados durante una vida de estudios y lecturas.

 Estamos en la dictadura de los tontos, de los vagos mentales  y de los corruptos moral e intelectualmente. La moral de hoy parece un maniquí  arlequinesco  a quien sucesivamente van vistiendo y desnudando los más desaprensivos con las más contradictorias y engañifas apariencias.

Resumiendo, con buey y mula, o, sin buey y mula,  Jesús de Nazaret, que tal día como pasado mañana nació en Belén, lo hizo en un ESTABLO, lugar de extrema pobreza, porque así debía de ser ya que vino a los pobres,  a los marginados, a los que padecen hambre y sed de pan y de Justicia. Y,  los pobres, HAN DEJADO QUE SE LO ROBEN, y sustituyen, en muchos casos,  su sublime doctrina por ideologías efímeras y bastardas  que tienen sobre sus plurales siglas colaterales  más de 150.000.000 de muertos, hambre y miseria por donde quiera que ha pasado, incluida España.

Sépalo el ilustre diputado de marras y otros muchos del mismo pelaje: Los signos de los tiempos no están aún definidos, ni los concreta el que en un establo estuviera o no los propietarios del pesebre que sirvió de cuna al personaje más sublime que ha conocido la humanidad, cuya doctrina permanece viva pese a trampas  dialécticamente  capciosas como la suya.